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Economía de la insurgencia

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Economía de la insurgencia
Todas las personas necesitan medios de vida. Aún los hombres santos de la India, dedicados a la vida contemplativa, se mantienen gracias a los regalos que reciben de las comunidades en que habitan.

Los militantes islámicos que luchan en Irak no son una excepción. Para sostener su ofensiva requieren armas, municiones, combustible, vehículos y equipos de comunicación, aparte de comida, ropa y cosas similares. Y dado que llevan varias semanas en campaña, es evidente que de algún modo lo han logrado.

Según fuentes iraquíes, los militantes han recibido ayuda financiera de organizaciones sunitas de Turquía, Qatar, Arabia Saudita, los Emiratos, Europa y el norte de África. A ellos se han unido brigadistas de muchas nacionalidades, que aportan sus propios fondos. Y tienen enlaces con extremistas religiosos que disponen de sus propias redes de apoyo logístico.

Pero ser fanáticos no les impide cuidar sus finanzas. En las zonas que han capturado, los militantes han demolido mezquitas, arrasado monumentos, ejecutado funcionarios y aterrorizado a los pobladores, pero han conservado los medios económicos que pueden servirles como fuentes de ingreso.

Un ejemplo de ello lo fue la represa de Mosul, recapturada esta semana por el gobierno. Ante el avance de los islamistas, surgió la preocupación de que ellos pudieran destruirla.

Se habló de inundaciones devastadoras y colapsos del sistema de electricidad que afectarían hasta la capital del país. Cuando llegaron, sin embargo, respetaron las vidas de los operadores, y les siguieron pagando sus salarios, a cambio de que la mantuvieran funcionando.

Informes recibidos por el gobierno dan cuenta de que los militantes no sólo preservan las fuentes de ingreso sino que hacen acopio de reservas. Han acumulado dinero, alimentos, combustibles y agua, y tienen una estructura que los asigna y administra. Y, con todo y los combates, el comercio prosigue.

gvolmar@diariolibre.com