Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
opinion

La mentalidad anti-capitalista

Expandir imagen
La mentalidad anti-capitalista

“La característica distintiva de la economía de mercado es el hecho de que asigna la mayor parte de los avances generados por las tres clases progresistas –aquellos que ahorran, aquellos que invierten en bienes de capital y aquellos que elaboran nuevos métodos para el empleo de los bienes de capital- a la mayoría no progresista de la gente… El proceso del mercado provee al hombre común con la oportunidad de disfrutar los frutos alcanzados por otras gentes.” Ludwig Von Mises

La palabra «capitalismo» despierta las peores de las imágenes. Está asociada con la explotación laboral, el salvajismo que sólo procura beneficios particulares, y el desprecio por todo lo que signifique reivindicaciones sociales. No importa que bajo el capitalismo la especie humana haya hecho los avances más espectaculares en el mejoramiento de sus condiciones de vida, y que –incluso- los menores niveles de pobreza predominan en los países más capitalistas. Raras veces alguien pueda considerarse a sí mismo como pro capitalista. Sería tildado de conservador o de reaccionario. El predominio de la mentalidad anti-capitalista es fomentado desde la academia hasta la formulación de las políticas públicas. Es una mentalidad basada en el esnobismo de izquierda y/o en el desconocimiento de cómo realmente funciona una economía de mercado.

Muchos economistas, sin embargo, que disfrazan su anti-capitalismo con críticas que casi nunca están acompañadas de propuestas, en realidad son socialistas o colectivistas que no tienen el suficiente valor como para defender abiertamente sus verdaderas ideas de control social y –en consecuencia- de supresión de las libertades individuales. Por lo bajo, defienden las dictaduras de Cuba y Venezuela, y se identifican con regímenes en donde las libertades públicas son manipuladas groseramente, como en Ecuador y Argentina. De paso, la única lucha estudiantil que no merece su respaldo es la que han librado los estudiantes en Venezuela.

Von Mises escribió su obra La Mentalidad Anti-Capitalista en 1956. Casi sesenta años después, continúa teniendo gran actualidad. Esa mentalidad es un gran obstáculo para que nuestro país pueda superar los actuales niveles de pobreza y subdesarrollo. Pero se quiere tener una sociedad con todos los beneficios de una economía avanzada, sin hacer las reformas que promuevan la necesaria acumulación de capital para alcanzar esos objetivos. No se puede promover el desarrollo al margen de la lógica de un sistema capitalista –sin eufemismos. El propio Profesor Bosch reconocía el problema que para el país representaba el escaso desarrollo del capitalismo; aunque erróneamente lo asociaba con la «arritmia histórica» del país. Digo erróneamente, porque no se puede hablar de «arritmia» de algo que como la historia no tiene «ritmo».

Pero mientras algunos de nuestros economistas promueven una mentalidad anti-capitalista –una forma de rechazo a la iniciativa privada local o internacional-, en Cuba –uno de sus modelos preferidos- se están introduciendo reformas que promueven la iniciativa capitalista. ¿Por qué el gobierno cubano, en lugar de profundizar el socialismo, prefiere introducir reformas capitalistas, tal como han hecho otros países socialistas como China y Vietnam? Por la sencilla razón de que el modelo socialista, como crónica de una muerte anunciada, fracasó, y es necesario preservar su supervivencia bajo la dicotomía de promover la iniciativa privada con la esperanza de preservar el predominio político, lo cual puede dilatar la caída total del sistema. Es por eso que desde hace unos meses, el Congreso cubano aprobó una ley de promoción de la inversión extranjera, mientras algunos de nuestros economistas ven en dicha inversión el fantasma del imperialismo. La apertura de Cuba a la inversión extranjera plantea retos interesantes a la economía dominicana que deben ser debidamente evaluados.

Von Mises plantea –en la citada obra- que el incremento en lo que es llamado productividad laboral es debido al empleo de mejores herramientas y maquinarias. Y agrega que cien trabajadores en una factoría moderna producen por unidad de tiempo un múltiplo de lo que cien trabajadores producían en un sistema pre capitalista. Esto es debido al uso de instrumentos más eficientes que resultan de una mayor acumulación y una mayor inversión de capital. Es una realidad que muchos se niegan a aceptar.

Ahora bien, ¿es el capitalismo un sistema perfecto? Claro que no. Podemos enumerar una larga lista de críticas a ese sistema. El problema es que no tenemos una alternativa mejor. En ningún otro sistema se puede conjugar mejor la relación entre la libertad política y la libertad económica. Inexplicablemente, muchos de los que defienden la libertad política incoherentemente reniegan de la libertad económica. Ambas se retroalimentan positivamente. Incluso, ésta última potencializa la primera. Si no aceptamos esa realidad, es muy difícil que en el diseño de las políticas públicas se introduzcan innovaciones que promuevan la iniciativa privada, y mejoren la eficiencia del aparato productivo dominicano. Nada habremos ganado –quizás más pobreza- con satanizar a la economía de mercado.