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Entre bombardeos y treguas, el banco central de Israel resolvió bajar esta semana su tasa de interés de referencia desde el 0.50% al 0.25%, el menor nivel a que ésta haya llegado. La decisión de reducirla fue tomada con la finalidad de estimular el gasto y la inversión, ante los posibles efectos recesivos que podría tener el conflicto en Gaza.

Otros países en iguales circunstancias, incluyendo la RD, hubieran probablemente aumentado la tasa de interés a fin de proteger el valor de la moneda, pues un conflicto de este tipo, tan intenso y prolongado, habría ahuyentado las inversiones extranjeras, encarecido los financiamientos externos, favorecido la especulación con productos y provocado una salida de capitales. El banco central hubiera decidido que era preferible restringir la demanda agregada, hacer acopio de divisas y dar margen al gobierno para que elevara sus gastos militares.

Pero la economía israelí es muy especial. Tiene el respaldo del gobierno estadounidense, y de un conjunto de organizaciones y empresas fuera de su territorio, que le apoyan para sostener el valor de la moneda, le suplen equipos militares, le compran sus productos y le brindan asistencia económica. En esas condiciones, las autoridades pueden dar más importancia al nivel de la demanda agregada que a la entrada de capitales financieros o al mantenimiento del tipo de cambio.

Aunque ha mostrado una admirable resistencia, la actividad económica en Israel ha comenzado a resentirse, no por la existencia del conflicto en sí, al cual los israelíes están habituados, sino por los efectos de los misiles palestinos sobre la vida diaria de los ciudadanos, existiendo una percepción de vulnerabilidad a la que contribuirá el inicio del año escolar si la última tregua no se mantiene.

No se espera una recesión. El turismo ha declinado pero las exportaciones siguen firmes y los daños a la infraestructura han sido mínimos.

gvolmar@diariolibre.com