Los Amet

La mayoría de los comentarios que los lectores envían sobre el trabajo de los agentes de la Amet son críticas a sus métodos y a sus resultados.

A riesgo de recibir un abucheo general... me declaro pro Amet. Creo que hacen un trabajo excelente y durísimo. Y que deberían poner más multas, ser mucho más severos con los motoristas, los choferes de transporte público y los taxistas. Y que sí, que también deberían multar a los que hablan y textean por teléfono, a los que llevan los vidrios tintados, a los que circulan sin placa y a los que parquean sobre las aceras expulsando a los peatones contra el tráfico. A los padres que se detienen ante un colegio privado en tercera fila para que se baje su niño con toda la calma. A los que suben su yipeta sobre las jardineras de las avenidas cuando van a hacer ejercicio. A los listos que "avanzan" circulando en vía contraria.

Serían una fuente inagotable de financiación, fondos que se necesitan para combatir el caos por el que perdemos tiempo, dinero y vidas.

Los Amet no provocan atascos. Los provocan los conductores que obstruyen las intersecciones, los que se detienen donde no deben, los imprudentes y los desaprensivos. Se ve ahora a los agentes en funciones educativas que ni siquiera les corresponden. (¿De verdad que el que se detiene sobre un paso de peatones ignora que no debe pisar esas franjas?).

La realidad es que se maneja mal con plena conciencia de lo que se hace mal.  Hay algún Amet aburrido... pero el caos del tráfico los ha hecho indispensables.

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún