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El PRM no se pone el uniforme

Mientras Miguel se pasea por los barrios feliz...

Poco a poco Miguel va tomando confianza, y ya sale a las calles sin antes sacar la cabeza, y con el temor de que en cualquier esquina aparezca una horda de sus antiguos compañeros voceando ¡traidor, traidor!

Se reúne con los perredeístas que se quedaron en el partido, y muy en especial con aquellos que asumen su causa, dando apariencia de normalidad interior.

Miguel se siente tan en sus aguas de candidato, que empieza a hacer crítica a las administraciones peledeístas, diciendo que se han quedado cortas en esto o en aquello, aunque sin pasarse de contento.

¿A qué debe ese ánimo, si todavía el tribunal Electoral no ha dicho la última palabra respecto a recursos puestos en sus manos? ¿Acaso no teme que salga con un de atrás para alante?

La verdad que es mejor estar pendiente de la decisión del árbitro que no haber iniciado el corrido de las bases, como sus oponentes internos, que piensan que van a jugar, pero todavía no se ponen los uniformes, y no es que el sastre esté atrasado, sino que los jugadores no deciden cuál de los coachs será finalmente mánager.

Dicen que en política no hay peor traición que la que se hace con uno mismo.