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Exceso o falta de virtud

Es común decir que todo en exceso es malo, pero las virtudes deberían ser excluidas de esa afirmación. Aún así a veces se dice que a fulano o mengano lo engañan por ser muy bueno, o que es muy rígido por ser demasiado honesto.

El ahorro, cuya día mundial se celebra mañana, es una virtud sobre la cual se han vertido incontables elogios en todas las épocas. Se le considera como el fundamento del progreso humano, la fuente de los recursos con los que será construido el futuro. Pero además de su papel en la economía, también es una manifestación de disciplina individual y familiar, señal de responsabilidad y compromiso con la satisfacción de las necesidades de las generaciones venideras.

A pesar de sus admirables cualidades, sin embargo, del ahorro se dice que puede ser perjudicial. Es una paradoja de la economía monetaria moderna, en la que quienes ahorran no son necesariamente los mismos que usan esos fondos para invertir o consumir. Si la intención de ahorrar de los primeros supera la intención de gastar de los segundos, el ritmo de crecimiento de la economía puede declinar por falta de demanda interna, los precios de los bienes y servicios podrían llegar a descender, y habría que buscar la forma de compensar esa deficiencia tratando de exportar más a otros países. Una situación de ese tipo ha venido afectando la economía japonesa durante varios años.

Pero en países como el nuestro escenarios como ése no deben preocuparnos. Nuestro problema es elevar el ahorro para financiar las fábricas, represas, carreteras, plantas eléctricas, viviendas y demás tipos de inversiones que requerimos.

Podemos tener esas cosas sin tener que ahorrar, si las pagamos tomando prestado o si dejamos que sean extranjeros los que se hagan cargo de ellas. Pero de ese modo comprometeremos nuestro futuro con los pagos de intereses y la remisión de dividendos al exterior que estaremos obligados a hacer.

gvolmar@diariolibre.com