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Las conflictivas recomendaciones del FMI

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Las conflictivas recomendaciones del FMI

“La misión recomienda seguir adelante con la consolidación fiscal para reforzar la sostenibilidad de la deuda y reducir las necesidades de endeudamiento externo. Asimismo, aconseja reorientar la consolidación fiscal hacia el aumento de los ingresos, en lugar de la reducción del gasto de capital. La misión reitera también la importancia de reanudar la recapitalización del banco central tal como lo dispone la ley de 2007, lo cual contribuirá a fortalecer la credibilidad del marco monetario.” Misión del FMI

El Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene su lenguaje particular para decir las cosas. Raras veces presentan críticas directas a los gobiernos que supervisa. Es el máximo exponente del lenguaje políticamente correcto. Por eso, el documento que la reciente misión publicó dando cuentas de su evaluación de la economía dominicana debe ser leído con atención y suspicacia, si no queremos que su lenguaje burocrático nos deje enredados en sus recomendaciones que dejan a nuestras economías rumiando sus propias políticas de estabilización sin respuestas a las necesidades de implementar políticas públicas que promuevan el ahorro, la inversión y la creación de empleos de calidad.

Por eso, cuando el FMI habla de ‘consolidación fiscal’ se está refiriendo a la necesidad –en su visión contable- de aumentar los ingresos fiscales, para cerrar la brecha fiscal. Y de paso, le pide al gobierno que no reduzca su gasto de capital. Quedaría la impresión de que en el presupuesto solo está conformado por el gasto de capital, olvidando –convenientemente- que hay un gasto corriente que merece la mayor de las atenciones. De acuerdo con el informe del Banco Central para el periodo enero-septiembre de 2014 se puede inferir que unos 25 mil empleados han sido agregados a la nómina del gobierno central. Si el gobierno hubiese congelado la nómina –ni siquiera estamos hablando de cancelaciones- al nivel del 2012, cuando tomó posesión, tuviese un ahorro en esa partida de unos de RD$35,000 millones en el 2015. Sin embargo, el FMI prefiere ignorar esa realidad y sugiere, oblicuamente, que se aumenten los impuestos para que disminuya la necesidad de financiamiento externo. Fíjense en el detalle: no menciona el endeudamiento interno. O dicho de otro modo, lo que importa es que el país cumpla con sus compromisos externos. La emisión de deuda –tanto del gobierno central como del Banco Central- no es un problema que parezca de preocupación para la misión del FMI. Pero tampoco menciona la necesidad de que el gobierno –incluyendo las instituciones autónomas y descentralizadas- tenga un solo emisor que en todo caso correspondería al Ministerio de Hacienda, como ha sido recomendado por organismos internacionales.

Por otra parte, nada garantiza que un aumento de los impuestos vaya a mejorar la sostenibilidad de la deuda, pues no sería la primera vez que eso se haría, y en las ocasiones anteriores simplemente ha servido para abrir el apetito a nuevos endeudamientos. Hay países con una presión tributaria rondando el 40% y, no obstante, tienen graves problemas de endeudamiento. Lo que sí garantizaría un incremento de los impuestos es que la maltrecha clase media continúe siendo vapuleada por la alta presión tributaria que inevitablemente tiene que soportar. Es una situación de gran injusticia fiscal. Por algo tenemos la clase media que menos ha avanzado en la última década en América Latina.

La misión del FMI insiste en que se ‘reanude’ el plan de recapitalización del BC, en el marco de la ley promulgada en 2007. Es obvio que el FMI está diciendo que dicho plan fue interrumpido. Una vez reconocida dicha interrupción es preciso destacar que el plan se desprogramó y eso no ha tenido el impacto negativo que en el plano internacional se esperaba si se producía un incumplimiento del gobierno central. Pero prueba, también, que es necesario admitir que dicho plan no funcionó y que es hora de elaborar un nuevo plan de recapitalización del Banco Central. Es una insensatez del FMI pretender que es posible reajustar el curso de la citada recapitalización a un marco legal que ha quedado desfasado. Los incumplimientos del gobierno central y la política cambiaria son factores que obligan a una profunda revisión del plan de recapitalización del BC.

Y como todo recetario del FMI no podía faltar la recomendación de que el Banco Central continúe aumentando sus reservas internacionales hasta alcanzar tres meses de importaciones. Dadas las condiciones del sector externo de nuestra economía, esta recomendación presupone que las reservas se aumenten de manera artificial: con un déficit de cuenta corriente –de cerca del 4% del PIB- y la recomendación de la propia misión de reducir el endeudamiento externo, ¿de dónde provendrá ese incremento de las reservas? ¿Inversión Extranjera? Una mayor flexibilidad cambiaria haría menos necesario un mayor nivel de reservas. No obstante, la misión del FMI ignora –deliberadamente- que la acumulación de reservas tiene un costo que no necesariamente aparece explícitamente medido.

Todos queremos la estabilidad económica. Pero se debe elegir una combinación de políticas económicas que vaya más allá de la simple estabilización, y se consideren aspectos tan cruciales como la eficiencia económica, la asignación de recursos y la distribución del ingreso. De otra manera, continuaremos rumiando la estabilidad sin rumbo definido.