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Metanarrativas y el futuro de la migración haitiana

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Metanarrativas y el futuro de la migración haitiana
De acuerdo con una corriente del pensamiento continental francés, la condición moderna se caracteriza por una profunda inclinación del individuo hacia las metanarrativas, esto es la elaboración de una narrativa o explicación que minimice algún tema determinado de manera tal que pueda ser aceptado sin ambages por una amplia mayoría.

Un ejemplo bastante común sería la esclavitud, o más precisamente, el entendimiento de la esclavitud como un hecho histórico basado exclusivamente en la dicotomía "blancos esclavizando negros", tomando como base la trata negrera. Este tipo de creencias se interiorizan de forma tal que sucesos relevantes, como cuando el Presidente Kerekou de Benín se arrodilló dentro de una iglesia en Baltimore pidiendo perdón a una audiencia afroamericana por la complicidad africana en el tráfico de esclavos, sean trivializados o simplemente ignorados.

Ciertamente, la migración haitiana no está exenta de metanarrativas. A diario vemos como un bombardeo de noticias y reportajes conceptualizan dicha cuestión migratoria exclusivamente como una lucha entre "invasores e invadidos", "opresores y oprimidos", "racistas y víctimas de racismo", entre otras versiones.

Pero, a pesar de la insistencia, la migración haitiana continúa manifestándose como un fenómeno en continua mutación y evolución, lo que impide la elaboración de una interpretación que ambicione delimitar la problemática de manera monolítica o bien dentro de una perspectiva como las descritas anteriormente.

Comprender la trayectoria y fisonomía actual de la migración haitiana involucra examinar el transcurso e interrelación entre variables de índole económico, histórico, y sociopolítico en el sentido más amplio y en uno y otro lado de la isla.

Cada uno de estos factores despliega su peso particular en el desenvolvimiento de la migración haitiana, uno que otro ejerciendo una preponderante influencia dependiendo el período en que se trate, pero siempre mostrando una arraigada correspondencia entre sí.

En los años ochenta, por ejemplo, la crisis que atravesó la industria azucarera dominicana conllevó al cierre de varios ingenios y, por consiguiente, se impulsó la entrada de braceros haitianos hacia otros rubros agrícolas no azucareros, como el café y el arroz principalmente. Pero paralelamente, la caída de Jean-Claude impulsó una aguda crisis política en Haití, que repercutió decisivamente en fomentar y ampliar los cambios en el seno de la migración haitiana promovidos por la debacle azucarera de entonces.

Debido a que la falta de mano de obra en los ingenios implicó el traslado forzoso de braseros haitianos a los mismos, esta etapa culminó con una viva controversia entre el gobierno haitiano y dominicano en torno a las denuncias de diferentes organismos internacionales sobre el maltrato al que eran sujeto los haitianos en suelo dominicano. Fue precisamente durante esta polémica que resurgieron una serie de representaciones sobre lo haitiano que dejaron entrever el impacto que tienen, para un amplio espectro de la sociedad dominicana, las querellas históricas con Haití en todo lo concerniente a la percepción y tratamiento dado a los migrantes haitianos y sus descendientes.

Lo central es notar como para cada transformación de la migración haitiana se conjugan un sinnúmero de variables que, actuando de manera autónoma, moldean este fenómeno de forma constante y de tal manera que resulta poco práctica e inútil la elaboración de un esquema que intente explicar dicha temática a través de un prisma particular.

En la actualidad esta problemática migratoria parece arribar a otro punto de inflexión debido a las modificaciones introducidas al marco regulatorio, con el proceso de regularización, y el enraizamiento de la parálisis política haitiana después del terremoto del 2010.

Sobre esto último, vale recordar la estrecha correlación entre la composición sociodemográfica y el volumen de migrantes haitianos con la agravación del entorno sociopolítico y económico haitiano. Este aspecto resaltó en la encuesta ENI del año 2012 que esclareció que más del 60% de los migrantes haitianos radicados en el país en ese entonces penetraron territorio dominicano después del año 2006 (40% penetrando después del terremoto del 2010).

Con el llamado a revuelta de la oposición debido a la inhabilidad del gobierno haitiano en celebrar elecciones legislativas, lo que le ha valido a Martelly el reproche de altas instancias internacionales, Haití enfrentará una delicada coyuntura política el año entrante lo que propiciará un contexto que, sumado a la clausura del plan de regularización, marcará decisivamente el curso a tomar por la migración haitiana.

Los proponentes del concepto de metanarrativa aclaran que las mismas se harán cada vez más escasas a medida que la postmodernidad continúe su itinerario. Sea que se incrementen o cesen las metanarrativas sobre la migración haitiana, queda bien claro que el desenlace de este fenómeno luce, al igual que la postmodernidad, bastante sombrío y cargado de incertidumbres. Sólo el tiempo dirá...

roberto.mallen@gmail.com