Supervisión y políticos

El reciente caso de la intervención de un banco muestra, una vez más, la poca transparencia con que se manejan los políticos que tienen responsabilidad de supervisión.

El caso envuelve a dos entidades de supervisión: la de Bancos y la de Seguros.

La falta de transparencia en la Superintendencia de Seguros es legendaria, desde que está en manos de un viejo político que la maneja a la usanza trujillista.

Según las declaraciones emitidas a la prensa por esa entidad, la Superintendencia había intervenido la empresa de seguros del banco desde el mes de agosto, pero no lo comunicó al público interesado. ¿Cuántas personas hicieron negocios con esa empresa cuando ya su destino era incierto? ¿No es el primer deber de la Superintendencia advertir al público de una situación como ésa?

Lo mismo pasó con la Superintendencia de Bancos que, en su lentitud, no sólo permitió que los responsables escaparan del país y, por tanto, de la Justicia, sino que permitió situaciones que afectaron los bolsillos de los depositantes.

Uno de los graves problemas de la supervisión en nuestro país es que antepone los intereses del sistema y de los incumbentes a la de los ahorrantes. Muchas veces por los lazos de complicidad que se crean, y otras tantas por entender que le hacen un servicio al sistema ocultando realidades que saldrán a la luz más pronto que tarde.

Es un contrasentido poner a políticos en posiciones de esa responsabilidad. No piensan como supervisores, sino como políticos.

Diario Libre