Educación y padres
Diario Libre
El proverbio dice que "para educar a un niño se necesita toda una comunidad", y nada es más cierto, pues el proceso educativo envuelve a todos los miembros de la sociedad, con el ejemplo, la ayuda particular y la colaboración desinteresada.
Aunque nadie duda de la certeza del dicho de origen oriental, es evidente que los más interesados en lograr la educación de mejor calidad para sus hijos son los padres. De ahí la importancia de las llamadas Sociedades de Padres y Amigos de la Escuela.
Entre el padre y el maestro debe haber casi una comunión de intereses, pues ambos comparten el destino del educando. La suerte de ese niño que acude todos los días a recibir información y orientación depende del interés y de la dedicación de padres y maestros.
Así como la educación del hogar no basta por sí sola, tampoco la de la escuela si el hogar no colabora, pero nos encontramos que por diferentes circunstancias los padres no cumplen con sus obligaciones. La destrucción de la familia tradicional y la cada día más dura lucha por la vida, van dejando a los hijos sin la nutrición hogareña que más nadie puede suplir.
A esto hay que sumar las aulas súper pobladas que dificultan el manejo personalizado de los educandos.
La realidad actual obliga a consolidar la mancuerna escuela-hogar, para que los niños reciban valores y enseñanza que los hagan mejores ciudadanos.
Cualquier esfuerzo que se haga en ese sentido debe ser aplaudido porque lo que está en juego es demasiado precioso: el futuro del país.
atejada@diariolibre.com
Aunque nadie duda de la certeza del dicho de origen oriental, es evidente que los más interesados en lograr la educación de mejor calidad para sus hijos son los padres. De ahí la importancia de las llamadas Sociedades de Padres y Amigos de la Escuela.
Entre el padre y el maestro debe haber casi una comunión de intereses, pues ambos comparten el destino del educando. La suerte de ese niño que acude todos los días a recibir información y orientación depende del interés y de la dedicación de padres y maestros.
Así como la educación del hogar no basta por sí sola, tampoco la de la escuela si el hogar no colabora, pero nos encontramos que por diferentes circunstancias los padres no cumplen con sus obligaciones. La destrucción de la familia tradicional y la cada día más dura lucha por la vida, van dejando a los hijos sin la nutrición hogareña que más nadie puede suplir.
A esto hay que sumar las aulas súper pobladas que dificultan el manejo personalizado de los educandos.
La realidad actual obliga a consolidar la mancuerna escuela-hogar, para que los niños reciban valores y enseñanza que los hagan mejores ciudadanos.
Cualquier esfuerzo que se haga en ese sentido debe ser aplaudido porque lo que está en juego es demasiado precioso: el futuro del país.
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