Pasando una pesada página

La Iglesia y el Estado no quieren problemas

Nadie recuerda haberse enterado por los medios del nombramiento del padre Manuel Ruiz como enlace entre la Iglesia Católica y el Poder Ejecutivo.

Cuando se produjo la renuncia, todo el mundo estaba en ayunas, como si fuera parte de una penitencia.

Ahora, con la designación del padre Geraldo Ramírez, la cosa es diferente. Lo sabe hasta el gato que anda dando vueltas en el patio de la iglesia Jesús Sumo y Eterno Sacerdote.

Ni secreto ni misterio.

Se trata del padre Jerry, un cura conocido por la familia presidencial, incluso podría ser confesor de la Primera Dama, quien antes de ostentar su nueva condición era asidua a sus misas.

Además, ya estaba ligado al gobierno, como capellán del Palacio Nacional, y vía un pariente que ocupa una muy importante posición. Sería como decir que en buenas manos está el pandero.

Sin embargo, conviene destacar la presteza con que se obró para llenar la vacante, aunque falta saber si el Ejecutivo pidió la terna o la Iglesia la sometió por decisión propia.

En todo caso, dieron vuelta a la página, e intentan olvidar un capítulo a todas luces tormentoso de sus relaciones.