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¿Qué pasa con los peloteros?

Debieran incluir las fiestas en la “fatiga extrema”

La música no incita, pero sí excita, y dependiendo de lo que se beba, arrebata. Dicen que el romo malo, que nadie dice cuál es, pone a la gente que no se conoce.

Los que se intoxican en Semana Santa, o amanecen en la calle en Nochebuena y Año Nuevo, que ni el sol los despierta, esos difícilmente toman champán o whisky de malta.

En ese sentido se entiende la violencia que se desata en los alrededores de la tarima en que se toca bachata y reguetón, pues no se le puede pedir peras al olmo.

Los tígueres no saben comportarse.

Además, toman cosas raras o hacen mezclas tan enajenantes que ni siquiera tienen nombre propio. El genérico “químicos” podría ser uno, pero igual “bomba”.

Ahora, ¿qué pasa con los peloteros que a cada fiesta que van se arma una balacera? En principio se mencionan, pero después las autoridades se olvidan, y lo mismo los medios.

Nadie quiere afectar su fama o dañar su carrera, pero conviene que aprendan algo tan elemental como beberse el líquido y respetar la botella.

Un chusco aconsejaba hablar con los americanos para que incluyeran las fiestas bajo carpas entre los impedimentos por “fatiga extrema”.