¿Buenos o malos?

E l día del natalicio de Juan Pablo Duarte es propicio para reflexionar sobre cómo somos los dominicanos. ¿Somos tan malos como nos quieren hacer ver muchos con intenciones políticas o ideológicas, o tan buenos como nos presentan los brochures turísticos?

Lo uno ni lo otro, pero si tuviera que escoger diría que somos más buenos de lo que creemos, como lo reconoce todo el que nos visita.

El dominicano ha probado ser un ente maleable. Se porta bien cuando se lo exigen o cuando ve el ejemplo, y se porta mal cuando se lo permiten. En ese sentido, la socialización se convierte en el punto central de la cuestión.

El mismo criollo que aquí viola todas las leyes, se comporta como un angelito en los Estados Unidos o en Suiza. Al criollo mal educado, cuyas lacras salen a relucir en todo momento en nuestro país, sin embargo, no se le ve tanto cuando el medio social en que se desenvuelve le exige otro comportamiento.

Muchas de nuestras carencias son atribuibles a la falta de educación y de formación ético-social que no aportó la familia destruida o la escuela indolente y que luego las autoridades permitieron por razones de todos conocidas.

Por tanto, no hay dominicano malo por el hecho de nacer en esta tierra. Esos dominicanos de los que no nos sentimos orgullosos, los fortalecimos en su conducta con nuestra indiferencia o nuestro permiso.

Comprometámonos con una nación basada en la ley y la ética. Honremos a Duarte.

Diario Libre