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El clima y el desarrollo

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El clima y el desarrollo

En los últimos decenios los científicos sociales han tendido a reducir la relevancia del papel del clima como factor explicativo del grado de desarrollo de los pueblos, aunque nadie haya negado nunca que tuviera influencia. En su lugar se apuntan otros factores que se asegura tienen mayor peso relativo.

Sin embargo, es innegable que el ser humano se comporta distinto en clima caliente que en frio. Los estímulos sensoriales son diferentes en función del clima como magistralmente supo captarlo el maestro Antonio Vivaldi, cuando compuso las Cuatro Estaciones, pieza sinfónica superba que muestra la profundidad psicológica de su autor.

En temperatura tórrida el yo se excita, se transforma, se convierte en extrovertido. Es como si necesitara quemar energía para refrigerar el cuerpo. Los sonidos se amplifican, se habla más alto, más bien se vocea. Y si no, desplácese al lugar de llegada de pasajeros del Aeropuerto de las Américas para que compruebe como se disparan los decibeles a la salida de inmigración y aduanas. Allí el ruido ensordecedor de quienes esperan a sus familiares y amigos se asemeja al de un nutrido gallinero. En contraste a la hiperactividad verbal los movimientos se tornan cansinos por la alta temperatura.

En el frio, en cambio, el cuerpo se contrae y tirita, se recoge hacia adentro, el yo se refuerza y se hace introvertido, y los movimientos adquieren rapidez para entrar en calor. Surgen expresiones parcas, tono de voz tímido , bajo, propio del ego concentrado. Y en la salida de los aeropuertos apenas se percibe un suave murmullo o quizás ni siquiera eso.

Muchos atribuyen algunas de estas diferencias al grado de educación. Y puede que haya algo de razón. En el clima caliente casi siempre la población posee un nivel intelectual bajo, exceptuando las elites. En las áreas templadas la población es más educada y culta, exceptuando los sectores marginados, que también los hay.

Así como el ser humano se supera al verse enfrentado a grandes retos, parecería que le sucede lo mismo con el clima. Ante la adversidad de las temperaturas bajo cero centígrados, la evidencia histórica demuestra que la evolución del ser humano a través del tiempo lo ha llevado a vivir en un mundo más ordenado, con instituciones fuertes y educación más alta. En cambio, ese mismo ser humano situado en clima caliente no ha podido alcanzar ni instituciones fuertes, ni orden, ni educación alta.

La discusión sobre que fue primero, la gallina o el huevo, nunca tendrá final.

A pesar de lo anterior, no todos los países templados tienen el mismo nivel de progreso aunque por regla general están mas adelantados que los de las zonas tropicales. De la misma manera, no todas las áreas de clima caliente muestran un grado similar de atraso y baja educación. Y esto sugiere la existencia de otros factores que contribuyen al resultado.

Quien escribe este articulo, sentado mientras medita estas reflexiones en una butaca desde la que se contempla el exterior por medio de una amplia puerta y ventanal de vidrio, con temperatura en la calle de seis grados centígrados bajo cero, viendo los arboles desnudos de sus hojas y quemados por el frio, los restos de nieve esparcidos sobre la grama ya seca, contemplando la hermosura del paisaje invernal, el silencio solemne que lo corteja, y la pujanza económica de la civilización que lo contiene, se ve tentado a atribuir sobre todo al clima las diferencias de desarrollo y educación de la humanidad.

Pero, aunque es seguro que la influencia del clima es grande, hay que acordar que no es determinante. Si no fuera así, no habría razón para luchar en los países de clima cálido sino dejarse vencer por el “destino”.

En el pasado la imagen estereotipada del hombre situado en un clima benigno en una isla como la de Santo Domingo, era la del haragán que se columpiaba en su hamaca y no hacia nada extraordinario para escapar de su umbral de atraso. Hoy, la del dominicano de baja educación es la del que no quiere trabajar sino andar en motoconcho y jugando lotería. Por lo menos así es como muchos encuentran explicación al empleo de haitianos aún mas atrasados que aquellos dominicanos.

En el fondo, y dejando a un lado los clichés, casi siempre injustos, solo con trabajo arduo, disciplina rígida, instituciones fuertes, leyes que se cumplan, y orden, acompañadas de un esfuerzo gigantesco y continuado para elevar el umbral de educación de la población, podremos superar las restricciones que nos impone un clima benigno y cambiar nuestro “destino”.