Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
opinion

El camino de Allende condujo a Pinochet

Expandir imagen
El camino de Allende condujo a Pinochet
"Cuando un gobierno está en una situación de ruptura, y no hay reglas reconocidas, las reglas tienen que ser creadas para poder decir qué se puede y qué no se puede hacer. En tales circunstancias es prácticamente inevitable que alguien tenga casi todos los poderes absolutos. Poderes absolutos que necesitan ser usados precisamente para evitar y limitar cualquier poder absoluto en el futuro. Pudiera parecer una contradicción que sea yo quien diga esto, que he abogado para que se limite el poder del gobierno sobre la vida de la gente, y mantengo que muchos de nuestros problemas son causados, precisamente, por un exceso de gobierno. Sin embargo, cuando me refiero a esos poderes dictatoriales, estoy hablando de un periodo transicional, solamente." F. A. Hayek, 1981

El buen amigo y distinguido jurista Eduardo Jorge Prats, en una interesante respuesta (El camino de Hayek a Pinochet, Hoy, 20 de marzo 2015) a mi artículo Por qué no soy conservador (Diario Libre, 13 de marzo 2015) destaca las declaraciones que el propio Hayek diera al periódico El Mercurio de Chile en 1981; especialmente, las que se refieren al planteamiento de que un régimen autoritario pudiera ser necesario en determinadas circunstancias. Está fuera de dudas que Hayek entendía como una necesidad el surgimiento de una dictadura transicional cuando había una ruptura del orden social, político y económico. Sin embargo, interpretar, como lo hace Eduardo, que «pese a su más cacareado liberalismo y a las libertades, Hayek en realidad aboga por lo que Herman Heller calificaría en 1933 como liberalismo autoritario... como la necesidad de que un "Estado fuerte" garantice una "economía libre"», no es exactamente lo que el economista austríaco tenía en mente.

Un Estado fuerte no es sinónimo de dictadura. En el lenguaje de Hayek significa fortaleza para cumplir y hacer cumplir las reglas de juego, expresadas en el ordenamiento normativo, con respeto tanto a las libertades políticas como económicas. Pero, frecuentemente aceptamos como válidas a las libertades políticas, y relegamos a un segundo plano -o simplemente ignoramos- a las libertades económicas. Sin embargo, un sistema político que destruye esas libertades económicas, va creando las bases para su propia destrucción.

Sin embargo, es el propio Eduardo quien nos da los argumentos para entender el razonamiento de Hayek, al establecer una contraposición entre lo que denomina polos extremos: «democracia limitada» y la «democracia ilimitada». En realidad, el único polo extremo corresponde a ésta última, pues la democracia limitada puede estar sujeta a distintos grados de limitación. Un caso interesante -señalado por Jorge Prats- fue el gobierno del presidente Allende, depuesto por un golpe militar en 1973. Allende trató de hacer la revolución socialista desde el poder -una revolución clandestina-, violentando el orden constitucionalmente establecido, y arruinando la economía chilena. Sencillamente, creó un Estado de excepción. Como resultado, el «orden autogenerado» fue la dictadura militar bajo el mando de Pinochet. Pudo ser cualquier otro militar, pero Allende fue quien pavimentó el camino hacia la dictadura. Creó un caos tan grande, que no había posibilidad de encontrar una solución democrática ante su quijotesca tarea de implementar una utopía, por definición irrealizable.

El problema con los gobiernos surgidos por la fuerza es que no pueden sostenerse sin la violencia organizada para subyugar, torturar y matar a los disidentes. Eso hizo Pinochet, y construyó a sus pies un cementerio lleno de mártires. Pero se trata de un buen ejemplo de cómo la libertad económica -liberalismo- termina socavando las bases de los gobiernos dictatoriales, y Pinochet tuvo que abandonar el poder luego de 17 años de una dictadura despiadada y sanguinaria. Estamos conscientes de que ésa no fue la única causa que determinó la caída de Pinochet, pero sí es destacable el hecho de que el programa económico implementado por el dictador fue prácticamente reivindicado por la concertación política que le sustituyó. En otras palabras, el programa liberal es -sencillamente- compatible con la democracia.

Por eso, considero inexacto afirmar que Hayek abogara por un «liberalismo autoritario». Lo que sí afirmó -reseñado en la misma entrevista que cita el destacado jurista- es que enfrentado con el dilema extremo de elegir entre un «régimen autoritario con liberalismo» y una «democracia sin liberalismo», él prefiere lo primero. Entiendo que no es el lenguaje políticamente correcto, pero Hayek no hacía concesiones para congraciarse con un público ávido de populismo.

El camino de Hayek no llevó a Pinochet. De hecho, la adopción de un programa económico liberal no ocurrió sino luego de varios años de instalado Pinochet. El liberalismo económico no presupone la dictadura, mientras potencializa aún más a la democracia. Cuando Hayek habla de «democracia limitada», se refiere a la necesidad de tener gobiernos que den a los demás las mismas oportunidades que dan a quienes les apoyan. Pero en esto no hay diferencias con lo que el propio Jorge Prats sugiere -siguiendo a Hayek- de que una democracia que no limite el poder de la mayoría puede conducir a una tiranía democrática. Ni más ni menos, el gran temor de Hayek.

@pedrosilver31

Pedrosilver31@gmail.com