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El modelo re-eleccionista

La reelección siempre ha sido un recurso de los que detentan el poder para intentar permanecer en él.

Ni siquiera las excusas son originales: “terminar la obra”, “lo bueno no se cambia”, “no hay nadie como él”, y un largo etc.

Los modelos que permiten la reelección por un período consecutivo demandan gran institucionalidad para evitar que la fuerza del gobierno empuje el intento reeleccionista, aunque este modelo tiene la bondad de que no siempre es posible hacer ganar una mala candidatura.

El modelo vigente es peor que el reeleccionista sin control, porque es más fácil en este último crear las condiciones para sacar del poder al mismo gobernante. En el que tenemos, es más difícil eliminar a dos o tres candidatos con estilos diferentes que se alternan en el poder, y que no usan los recursos del Estado para sí, sino para impulsar al compañero de partido.

Una lección de la historia es que no valen las prohibiciones: la reelección siempre impone su lógica, permitiendo que aún aquellos que puedan tener una tacha de carácter constitucional, logren reelegirse.

Por tanto, la reelección es un fenómeno que tiene más que ver con el carácter patrimonial del Estado y la relativa dependencia y debilidad de la comunidad de votantes, que con aspectos de lógica o filosofía política.

Lo que enseña la ciencia política es que en países de poca institucionalidad, el argumento reeleccionista siempre se puede imponer, a despecho de la ley, porque lo lamentable de todo es cómo se deprime el valor de la Constitución con cada cambio.

atejada@diariolibre.com

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