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Contraste de movilidades

El día del trabajo es aquí una festividad movible, trasladada este año desde el viernes al lunes para que no afectara al trabajo del sábado con un "puente" desde el viernes al domingo.

En cierto modo los días festivos en el país han quedado divididos en dos categorías, los que se mueven y los que no se mueven. Existe la percepción de que los segundos son tan significativos que su celebración no debe ser cambiada de fecha, siendo más importantes que los primeros, que pueden trasladarse según convenga a las actividades económicas.

Que el día del trabajo figure entre los que se mueven refleja quizás la debilidad del movimiento sindical dominicano, atascado en sus prolongadas y usualmente frustratorias discusiones sobre el salario mínimo, sin prestar mayor atención a asuntos como la gran masa de desempleados, los empleos esporádicos, los ambientes de trabajo, las posibilidades de ascenso, el entrenamiento y capacitación, los servicios sociales, la productividad o las desigualdades de género.

La movilidad del día del trabajo contrasta con la escasa movilidad laboral en términos de promociones y de cambios hacia mejores ocupaciones. La mayor parte de los trabajadores aquí están estancados en los tipos de labores que actualmente desempeñan, estando el acceso a trabajos de calidad limitado a unos pocos. Las esperanzas que muchos sustentan de superar esa situación con educación formal o puntual, son apagadas por la escasez de oportunidades en nuestra estructura económica.

En otros lugares del mundo, el viernes tuvieron lugar las marchas y demostraciones habituales en la ocasión, matizadas por las circunstancias particulares prevalecientes en cada país, tales como el rechazo a un impuesto en Malasia, protestas en los Estados Unidos por la cuestión racial, en Francia contra la extrema derecha, en Bangladesh por los talleres de ropa, en Japón por la energía nuclear, y en Turquía contra el gobierno.