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Estados de facto

Para que un Estado exista en realidad, debe poder proveer a la población los servicios públicos más elementales.

Algunos cuentan con el ordenamiento jurídico y son reconocidos por otros países, pero por no cumplir con ese requisito son considerados como estados fallidos, entre ellos Somalia, Haití, Sudán y Libia, al menos hasta que puedan hacerlo.

Menos común es la situación contraria, de un Estado que no exista formalmente pero que cumpla los requisitos económicos para serlo. En el Medio Oriente, uno de esos Estados está ubicado en las regiones kurdas, y otro es el llamado Estado Islámico.

Ambos controlan una porción específica de territorio. Han establecido una administración pública, que maneja escuelas, hospitales, y el suministro de agua y electricidad. Tienen un sistema judicial funcional, aunque pueda ser arbitrario. Cobran impuestos y pagan salarios. Manejan refinerías de petróleo y plantaciones agrícolas. Sostienen una estructura de transporte de personas y mercancías. Operan medios de comunicación. Y permiten que el comercio, la producción y demás actividades sigan su curso.

Para que esos dos Estados de facto surgieran fue necesario que los de Siria e Irak estuvieran en vías de desintegración, igual que como surgieron varios estados del colapso de la Unión Soviética.

Los métodos varían, sin embargo, como atestiguan las ejecuciones de personas y la destrucción del patrimonio cultural por parte del Estado Islámico.

Si el Estado Islámico llegara aquí, tendríamos graves problemas. Aparte de tener que ir a las mezquitas y orar varias veces al día, estaríamos obligados a prescindir del ron y demás bebidas alcohólicas, lo que sería un golpe insoportable para muchos de los dominicanos.

Las mujeres tendrían que usar el velo y olvidarse de la moda. Y para los hombres la posibilidad de tener varias esposas no sería un gran consuelo, pues muchos ya las tienen, sin verse obligados a mantenerlas.

gvolmar@diariolibre.com