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La fuerza de las instituciones

Venerado filósofo Vitriólico, el país ha entrado en un proceso de degeneración de su sistema político partidario. El problema está en la política, ¿no es así?

-Si creyéramos a Francisco Moscoso Puello, habría que aceptar que “el mal no está en la política, sino en la clase de hombres que la ejercen”.

¡Ah, maestro! Moscoso Puello lo decía por aquello de que el material humano tiende a degradarse en contacto con el poder.

-Así es.

Y, qué le pareció el discurso del presidente de los empresarios, en el que se refirió a la necesidad de fortalecer las instituciones democráticas.

-Es alentador que Rafael Blanco Canto haya afirmado que “los dominicanos no podemos postergar un minuto más ser gobernados por reglas de juego claras, transparentes y duraderas, pero sobre todo diseñar mecanismos fuertes que hagan obligatorio para todos el cumplimiento de esas leyes”.

Eso es fácil decirlo; pero difícil hacerlo.

-El presidente del Conep propuso medidas concretas con miras a las próximas elecciones.

Y, ¿cuáles son esas medidas?

- Están orientadas a nivelar el terreno para que nadie juegue con ventaja. Sugirió aprobar una ley de garantías electorales que regule el gasto en la campaña, controle el uso de recursos del Estado y promueva equidad en el acceso de los candidatos a los medios de comunicación; una ley de partidos políticos que estimule la institucionalidad democrática interna y la rendición de cuentas; una ley de responsabilidad fiscal que ponga límites al déficit y al endeudamiento público; y, además, expresó su oposición a la fragmentación política del territorio nacional.

Filósofo, son buenas propuestas. Podría ocurrir que las aprobaran para aparentar que se hizo algo sin que cambiara nada. Ahí es donde está la falla, en la aplicación de la ley.

-Es cierto. Pero, por otro lado es esperanzador que en el discurso empresarial se haya propuesto desarrollar la frontera “para crear empleos formales y dignos para los dominicanos y contener la inmigración indocumentada”. Deberías saber que dominicanizar la frontera es un viejo anhelo, y es una idea muy diferente a la de crear una amalgama de inversiones y nacionalidades en la línea fronteriza que diluya los límites fijados históricamente.

¡Ah, si! Filósofo, yo lo leí; ya era tiempo de que se pronunciaran sobre ese tema. También me causó buena impresión cuando dijo que se necesita de “mecanismos de mayor rigor que dificulten el cambio de la Constitución por razones coyunturales”.

-Hay que acabar con la práctica de que cada presidente se haga su propio traje para quedarse en el poder, entallado o holgado, construido con la costosa tela constitucional y labrada a base del clientelismo.

Profesor, pero ha habido promesas en firme sobre ese punto.

-Es preferible realizar una nueva reforma constitucional para cerrar por mucho tiempo este tema que poner a prueba si aquellos que acaban de cambiar la Carta Magna encontrarán reparos o no en modificarla de nuevo en el futuro, si así les conviniera hacerlo.

Eso abriría un abismo de incertidumbre.

- Las señales de alerta están encendidas. Algunos medios y forjadores de opinión se han ido acomodando al encanto y “persuasión” del poder, lo cual es una historia conocida y temida. En amplios sectores de la población comienza a sentirse preocupación y hasta un miedo atávico merodea en los entresijos del alma.

Lo que usted dibuja, venerado filósofo Vitriólico, luce inquietante.

-Todavía queda tiempo para limitar el daño; escucha bien: limitarlo.

Y, ¿que usted propone?

-Establecer que para modificar la Constitución en ese tema y en otros sensibles, sea necesario obtener mayoría de 3/4 de la matrícula en la Asamblea Nacional (no de los asambleístas presentes) y ser aprobado en referendo con mayoría de 3/4 con respecto a la matrícula de electores.

Eso siempre dependerá de la interpretación que hagan los expertos constitucionales.

-Habría que redactarlo con claridad para que no diera lugar a interpretaciones tan variadas en la fértil e intrincada imaginación de algunos juristas, tan convenientemente acomodadas a sus circunstancias personales.

Usted sueña, ¿verdad?

- Sólo los sueños son capaces de modificar y crear una nueva realidad. Hay que presionar con intensidad hasta que el alarido alcance al cielo para que los recursos del presupuesto nacional sólo puedan erogarse por vía y a nombre de las instituciones del Estado, y no como concesión de quienes las encabezan, pues no se puede dar carácter de particular a lo que es propiedad del colectivo.

Admirado filósofo: esa es una vieja aspiración.

-Es un círculo vicioso infinito, por lo que la aspiración debe renovarse para que se entienda nueva. La fuerza de las instituciones es lo único que podría cambiar para bien este atribulado país.