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Un capítulo más de la tragedia griega

“Para el 2007, Grecia estaba gastando más del 14% en exceso de lo que estaba produciendo, la brecha más larga en Europa -más del doble que la de España y 55% más alta que la de Irlanda… El problema es que Grecia produce muy poco de lo que el mundo quiere consumir. Sus exportaciones de bienes comprenden principalmente frutas, aceite de oliva, algodón, tabaco, y algunos productos refinados del petróleo. Alemania, de quien muchos consideran que debe gastar más, importa desde Grecia apenas 0.2% de sus importaciones totales. No produce maquinarias, electrónicos o químicos”. Ricardo Hausmann, 2015

Con la sobriedad que caracteriza a su política comunicacional, el FMI informó el pasado 30 de junio que Grecia no había cumplido con su compromiso de pagar unos 1,500 millones de euros como parte del programa de repago del financiamiento recibido por parte de la citada institución financiera; uniéndose, de esa forma, a Sudán, Somalia y Zimbawe como los únicos países que presentan atrasos en sus obligaciones con el FMI. Además, tal como ha sido destacado por los medios locales e internacionales, Grecia se ha convertido en el primer país del mundo desarrollado en no honrar ese tipo de deuda. Las graves consecuencias de ese incumplimiento aún están en proceso de desencadenarse, pero el gobierno ya se vio en la necesidad de decretar el cierre de los bancos -corralito- por toda la presente semana, en la espera de que un referendo programado para el domingo venidero sirva de apoyo a la posición del gobierno griego de rechazar las condiciones exigidas por los acreedores agrupados en la denominada troika, el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo.

Muy probablemente, si finalmente dicho referendo es realizado -algunos analistas piensan que hay un pequeño chance de que no se lleve a cabo- el resultado previsible es que se imponga el NO, tal como espera el gobierno, lo que le daría legitimidad popular a la catástrofe económica que con tanto esmero han ido perfilando las caóticas estrategias seguidas por el Primer Ministro griego y su Ministro de Finanzas. El discurso populista con el que Syriza -el partido gobernante- alcanzó el poder a principios de año ha quedado triturado por la cruda realidad de un deterioro indetenible en las finanzas públicas, y el triunfo del NO solo serviría como un epitafio para la economía griega.

La indisciplina fiscal de los gobiernos griegos, acompañada por la manipulación y el maquillaje de cifras económicas, era incompatible -y lo sigue siendo- con la adopción del euro, que en la práctica no fue más que la adopción de una tasa de cambio fija. Ante la pérdida de la soberanía monetaria al renunciar a su propia moneda no había espacio para la imprudencia fiscal. Y eso fue precisamente lo que hicieron los griegos: gastar sin control. De manera que la crisis no ha sido el resultado de las políticas de austeridad. Todo lo contrario, como se muestra en la cita introductoria de este artículo, ha sido resultado de la incontinencia fiscal.

Pero Syriza convenció a la mayoría de los griegos de que el problema era la austeridad, en contra de las más elementales evidencias que mostraban cómo la indisciplina en el manejo de las finanzas públicas había llevado los niveles de la deuda pública hasta el 180% del PIB. Con esos niveles de endeudamientos y un alto déficit fiscal, ¿de dónde iban a salir los recursos para aplicar una política fiscal expansiva- la prometida anti austeridad? Al quedar atrapados en una retórica populista sin sentido, el gobierno griego necesita ahora la complicidad del ‘pueblo’, manipulándolo para que voten por el NO. Se trata de un referendo improcedente, pues hay aspectos de la política económica que no pueden ser objeto de un voto popular. Si a una población determinada se le pusiera a elegir entre más sacrificios o menos sacrificios, la respuesta generalizada, salvo la de los masoquistas, sería la de menos sacrificios. Aquí la irresponsabilidad política sería no explicar debidamente las consecuencias de una cosa y la otra.

Si bien Yanis Varoufakis, ministro de Hacienda y profesor de economía de la Universidad de Atenas, es un experto en teoría de juegos que ha mostrado sus mejores trucos en el proceso de negociación con los líderes europeos, sus estrategias han resultado fallidas y la guillotina luce amenazadoramente cerca de la cabeza económica de los griegos. En este sentido, tres eventos definitorios podrían ocurrir en lo que resta del mes de julio: El primero, ya lo hemos analizado y se refiere al referendo del domingo 5; el segundo, la reapertura de los bancos el próximo lunes y la reacción de los depositantes ante los imponderables riesgos financieros, y el tercero, la obligación del gobierno griego de redimir bonos el 20 de julio por unos 3,400 millones de euros en manos del Banco Central Europeo. Si Grecia no redime esos bonos perdería la opción de acceder a préstamos de emergencia de dicho banco.

Bajo cualquier escenario, la situación económica y política de los griegos luce desastrosa a la luz de la terquedad en las estrategias de negociación que incompresiblemente siguen los líderes de Syriza, como si no fuera suficientemente claro que a la fortaleza del león poco importan las argucias del zorro.