Parece que se acabó la paciencia

A Vivanco lo esperaron con su expediente...

Si a los que vengan a partir de ahora les dan el tratamiento que a José Miguel Vivanco, pocos vendrán, y los informes serán enviados por correo o en mensaje de botella.

Era norma en la antigüedad, y en el mundo de los blancos, matar al recadero, o como respuesta al remitente o forma de evitar malas influencias. Human Rights Watch no lo sabía, y no se cubrió lo suficiente, pensando que la pava ponía donde antes y no en un nido, ahora, nacionalista.

Aunque parece que a Vivanco lo estaban acechan-do, y no por la presencia de dos empleados de prensa de Palacio, en tono provocador, sino porque se conocía su historia de vida.

Pero no los rasgos generales, sino en detalle, con actuaciones determinadas, y quedando claro que no es el más idóneo representante de derechos humanos.

La frecuencia y la fiereza de los ataques contra el país, de parte de gobiernos, organismos y personalidades, encuentran réplicas apremiantes, instantáneas, en el ánimo de los dominicanos.

Antes la reacción era nula, como si callando se otorgara validez a las denuncias y acusaciones. Ninguna virtud doméstica, toda vergüenza ajena.

Solo que ya no.