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50 años al pie del altar

Hoy 6 de abril del 2013 se cumplen 50 años de la Ordenación Sacerdotal del Reverendo Padre Julio Soto, SDB, enhorabuena para los momentos de renovación total que vivirá la Iglesia Católica con la elección de nuevo papa Francisco.

Cuando Don Bosco fundó la Congregación Salesiana, basó su estructura funcional en formar hombres que se dedicasen al crecimiento de la juventud en todos sus aspectos, pero muy especialmente a los jóvenes menos pudientes, a través de los oratorios, escuelas técnicas y colegios, hoy esparcidos por el mundo entero.

Desde hace cincuenta y dos años (52), he sido beneficiado grandemente de esta filosofía encantadora de amor a la juventud dominicana, llevada a cabo por cada uno de los sacerdotes que he conocido durante estas cinco décadas y algo más.

En mi memoria se refrescan los nombres de esos sacerdotes, reales hijos de Don Bosco, tales como: Enrique, Jesús, Silla, Johnny, Taveras, Santana, Ferrocal, Víctor, Linares, Luis, Larrión, Pazos, Martín, Campaña, Jesús Hernández y otros más, no menos importantes.

En 1963, cincuenta años (50) atrás, el Reverendo Padre Enrique Mellano, Director del Colegio Don Bosco de entonces, marcó en mi vida el amor por San Juan Bosco al no permitir que yo fuera retirado del mismo cuando mi padre no pudo seguir pagando las mensualidades, debido a la pérdida de su empleo público, ocasionado por situaciones políticas de ese año, situación que se mantuvo por algún tiempo. Otros alumnos gozaron de la misma bondad del Padre Enrique.

En 1971, otro acontecimiento similar marcó de nuevo mi vida salesiana, dándome la segunda oportunidad única. Apenas terminaba mis estudios de bachiller en el colegio Don Bosco, el Director de ese año, el Padre Julio Soto, acogió de inmediato mi petición para trabajar como profesor de la primaria. Posiblemente uno de los pocos exalumnos que hasta ese momento habían sido escogidos como profesor de este plantel educativo.

Considero que la confianza que el Padre Julio Soto depositó en mí al entregarme las riendas del quinto curso de primaria 1971-1972, dicen mucho de la calidad de la educación que todos los que pasamos por el colegio hemos recibido.

La verdad es que la trayectoria religiosa y educativa del Padre Soto, no tiene comparación. Ha desempeñado sin chistar todas las posiciones en que la Congregación Salesiana lo ha necesitado, a pesar de sus fuertes dolencias. Durante años, no ha parado un instante en demostrar su amor por la juventud dominicana.

Conoce más que nadie como piensan los jóvenes de nuestro país. Su estilo al transmitir las ideas es de una dulzura poco común. Su voz suave y pausada dicen mucho de su gran calidad humana y cristiana. Trabajador incansable, pequeño en estatura pero grande en bondad y en espíritu.

En ese sentido, una de las pequeñas anécdotas que más recuerdo: …Después de la revolución de 1965 y especialmente el día 28 de abril, fecha que en años sucesivos se conmemora la entrada de las tropas americanas a Santo domingo, algunos alumnos del bachillerato "cabezas calientes", mientras hacíamos filas en el patio antes de entrar a clases, luego de subir la bandera nacional y del colegio, tomaron las mismas y las colocaron a media asta en señal de duelo, acto que provocó un silencio sepulcral y cuando el sacerdote consejero de estudios del bachillerato les reprochó fuertemente ese acto a los alumnos que habían intervenido y del pasillo al lado de la sacristía se dejó oír una vez con autoridad ¡Padre, déjelos, déjelos tranquilos! Era la voz del Padre Julio.

Siempre recuerdo que cada año ese día 28 de abril, era de mucha tensión en el colegio, pero el Padre Julio siempre supo manejar esto con mucho tacto y ecuanimidad. Yo sé que todos sentíamos gran satisfacción interna cuando se bajaban las banderas a media asta, aunque no nos atrevíamos a participar en esta demostración de patriotismo. El Padre Julio, por su trato afable y profesional a carta cabal siempre ha gozado de la confianza de quienes lo hemos conocido.

Durante los retiros espirituales todos apreciábamos sobremanera sus intervenciones, hablaba con tanto amor que hasta el menos ducho lo entendía. Veintiún años (21) celebrando las misas cada domingo por el Canal 4, casi lo hacen merecedor de un Gran Soberano y porque no de un "Oscar celestial".

Gracias Padre Julio por su gran devoción a María Auxiliadora, gracias por su imitación, casi a la perfección, de Don Bosco y gracias por su ejemplo de vida para los nuevos sacerdotes salesianos.

Que su ejemplo perdure para siempre para seguir haciendo de la Congregación Salesiana una institución sin igual para bien de la juventud del mundo.