Bosch y los principios

Juan Bosch hubiese cumplido hoy 107 años, pero estoy seguro de que tuviera pensamientos ambivalentes sobre la obra que han realizado sus hijos políticos, aquellos en los que invirtió tantos esfuerzos y entrega personal para formarlos en un estilo de vida y de hacer política que muchos han desdeñado desde el poder.

En 1965, Bosch era todavía un demócrata liberal. Siempre testarudo y amante de la polémica, fue descrito magistralmente por Dan Kurzman en su obra La Revuelta de los Condenados que trata sobre la guerra de abril de 1965 y que será publicado próximamente por la Academia Dominicana de la Historia.

Dice Kurzman sobre el pensamiento de Bosch en 1965, que “se veía... que su agudo sentido de la justicia social estaba muy sazonado de ideas conservadoras y, lo que es aún más importante, demostraban que era virtualmente incapaz de caer en el oportunismo a expensas de los principios. Su acercamiento prudente y moralista pudo haber sido un instrumente discutible de política en una situación que exigía acción drástica, pero también acentuó la tragedia de su caída. Raro es en realidad el líder latinoamericano que no es en sus acciones ni demagogo ni oportunista.” (pág. 82).

Y sigue diciendo: “Pero si bien a Bosch le faltaba espíritu tolerante, no llevó su intolerancia a la violencia, la fuerza o la dictadura. Se negó a permitir que su amargura y prejuicios alteraran sus convicciones morales o le apartaran del sendero de la democracia.” (Pág. 105).

Después de la guerra de 1965, Bosch se radicalizó y, lo que es raro en un político dominicano, supo educar, construir y esperar. Siempre será un referente.

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Adriano Miguel Tejada