¿De quién es la tarea?

Quizá nos educaron con más libertad de la que tienen ahora los niños. Éramos libres de hacer o no la tarea y eso tenía sus consecuencias. Había premios y también castigos. Nadie nos hacía los deberes.

Con el comienzo del curso... llegan las tareas. Y con ellas, el debate de cuál es la participación de los padres en estos trabajos.

Todos lo hemos vivido. Llevar al niño a clase con una maqueta hecha por él y encontrarnos en el aula con una exposición de proyectos que, al menos, necesitaron la mano de un arquitecto. O ver a dos madres compitiendo por cuál dedica más horas a hacer la tarea con sus hijos. O discutir con el profesor el objetivo de esa carga.

Cada caso y cada temperamento merecerán una atención particular, pero se puede generalizar. La tarea no debería ser una obligación o problema de los padres.

¿Estar pendientes? Sí, claro. Prestarles ayuda, garantizarles el ambiente adecuado para estudiar y los elementos precisos. Darles todas las herramientas, ayudarles cuando se atascan...

Pero incentivar la responsabilidad y la independencia son parte del oficio de ser padre. La tarea es asunto del niño, que no debería necesitar a una madre cansada de su jornada laboral sentada junto a él para hacer los deberes. Necesita aprender que las calificaciones deben medir su trabajo, no el de unos adultos.

¿Cuál es la carga de deberes adecuada? Poca, probablemente. Deberían tener tiempo para el deporte, las artes ya que en la escuela son tan limitados. Deberían jugar, aburrirse, pelearse, aprender a “despelearse”... en vez de estar haciendo lo mismo que hicieron en el colegio.

A fin de cuentas, ¿deben tener jornadas laborables más largas que los adultos?

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún