El “pacto” fiscal

Es difícil que un “pacto fiscal” se firme entre el estado y “la sociedad”. Normalmente a la sociedad hay que imponerle tal acuerdo sencillamente porque por eso se llaman “impuestos”. Nada de voluntario hay en desprenderse de parte del dinero que se ha trabajado.

Si los servicios públicos que se reciben a cambio son satisfactorios, consistentes, estables y contribuyen al progreso individual y social se pagan con menos oposición.

Pero no es el caso. Si viéramos que el Estado se impone una disciplina y adelgaza su tamaño la subida que se avecina sería menos hiriente. Podríamos empezar por rebajar el número de legisladores, exagerado para el tamaño de la población dominicana. O si desaparecieran las dobles nóminas, las botellas, los organismos que suponen un gasto y no producen ningún beneficio. (¿Ministerio de la Juventud? ¿Todavía existe?)

Los impuestos que pagamos alimentan, además de la ineficiencia de una nómina estatal absurda, los bolsillos de los que se enriquecen ilegalmente. Si pasar por un puesto público de cierto nivel garantiza el despegue económico, la acumulación de capital que hemos visto en los últimos años y no hacemos nada por controlar estos abusos... entonces la subida de impuesto, pónganle el nombre que quieran, no es posible con la anuencia de la sociedad.

Combatan la corrupción, adelgacen el Estado, luchen contra la evasión antes de subir los impuestos. Dejen trabajar y crecer a los que de verdad quieren trabajar.

No los ahoguen.

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún