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Identidad nacional
Identidad nacional

Identidad inconfundible

En 1976 apareció en Francia una novela cuyo título puede traducirse como “Me siento mal en tu piel”, que narra las vicisitudes de un africano que va a estudiar medicina a París, regresa a su tribu y se enfrenta al contraste de las dos sociedades y formas de vida: la ciencia y la brujería; el cosmopolitismo y la aldea; la modernidad y las costumbres ancestrales.

Los países que hemos sido colonizados por potencias europeas hemos sufrido el desprecio de los que se creen superiores frente a nuestro atraso y que, muchas veces, confundieron actitudes locales debidas a la ausencia de condiciones como un amplio mercado o numerosa población, con características de la raza.

Así, los europeos que nos visitaban nos consideraban “holgazanes, jugadores y borrachos”. Algunos intelectuales criollos aceptaban esas descripciones como un atavismo debido a la “debilidad” de la mezcla racial que caracteriza a nuestro pueblo.

De ahí, el culto al “pelo bueno”, la tendencia a blanquear la raza y a imitar costumbres ajenas.

Como el Trópico ha demostrado su capacidad para producir talentos en todos los órdenes; como ya no se nos puede acusar de vagos, de cobardes, o de brutos, ahora se nos pretende dominar con otros instrumentos más sutiles.

El color de nuestra piel, la dureza de nuestro pelo, nuestras facciones, o el “tumbao” de nuestro caminar, no nos hacen menos que nadie. Son parte de nuestra identidad, como lo es nuestra alegría y ese cariño que nos brota por los poros que nos hace únicos.

atejada@diariolibre.com

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