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Historia
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Lecciones de la historia

Era de todos sabido que el presidente Ulises Heureaux (Lilís) tenía profundas simpatías por la causa de la independencia cubana, isla entonces controlada por España, y que permitió actividades conspirativas en el país con ese propósito.

Lilís era un zorro marrullero y se cuenta que en ocasión de entregar una colaboración a los patriotas cubanos para ayudarlos en sus afanes independentistas, les dijo: “esto se lo entrega el general Heureaux, pero que el Presidente de la República no se entere”.

Evidentemente, Lilís buscaba impedir la reacción de los españoles que hubiesen considerado la actitud del presidente como un gesto inamistoso que hubiera permitido a esa nación inmiscuirse en los asuntos internos de nuestro país. Para cubrir ese peligro, Lilís disfrazaba la ayuda como la acción de un ciudadano privado, no del funcionario público.

La historia está llena de situaciones en la que los funcionarios deben tener el cuidado de que sus preferencias personales no afecten los intereses nacionales.

Los dominicanos las hemos sufrido en el pasado y en el presente y nos molesta que un extranjero con calidades oficiales se inmiscuya en nuestros asuntos.

Además, como país tendremos que trabajar con quien emerja como líder de la nación amiga, independientemente de nuestras preferencias.

La historia es una gran maestra y sus lecciones no deben ser nunca olvidadas. En un mundo cada vez más interdependiente y con instrumentos de dominación sin duda más poderosos, es imperativo sofrenar los impulsos individuales por más plausibles que parezcan. No es conveniente abrirle ventanas al enemigo.

atejada@diariolibre.com

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