Un país sin élites

Uno de los problemas que más afectan nuestro futuro como nación es que tenemos unas élites que no conocen sus responsabilidades, ni parecen querer ejercerlas, ignorando que los privilegios que da la educación, el dinero, la posición social, llevan consigo un gran compromiso con el resto de la sociedad.

En la historia del país hemos tenido tres momentos en que las élites han ejercido su responsabilidad y los resultados están a la vista de todos.

La primera, la generación de la independencia, de 1844, que se propuso una meta que se ha sostenido por más de 170 años.

La segunda, la élite “azul” de 1880, que auspició el primer gran desarrollo del país. La “ideología del progreso” que adoptó, nos dotó de ferrocarriles, telégrafo, banco y otros elementos de la modernidad.

La tercera, la del 1961, encabezada por el “Grupo de Santiago”, que creó universidades, bancos, entidades de desarrollo, y que tenía una visión de lo que debía ser el país a que todos aspirábamos.

Hoy no se observa ni la visión ni el compromiso en las élites dominicanas, que incluso se han dejado tomar su puesto por militantes políticos que han convertido el robo de los bienes públicos en virtudes ciudadanas.

Incluso, los jóvenes idealistas, herederos de los de 1844, desde que tienen oportunidad se montan en el carro triunfal de la política partidista.

¿Podremos construir un país sano sin el ejemplo de las élites intelectuales, éticas y económicas? Tarea.

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Adriano Miguel Tejada