Un sistema con claroscuros

El informe que presentara la Coalición Acción por la Justicia y la Seguridad sobre la situación de varios componentes de la justicia penal en el país, según reseñan los medios, se puede leer de varias maneras.

Se da el dato de que el 60 por ciento de los presos en el país son preventivos y se culpa al sistema de ello, pero resulta que en el año 1989, en un informe que cubrió hasta el 30 de septiembre de ese año, el porcentaje de presos preventivos era de un 86 por ciento.

Si se comparan ambas cifras es evidente que ha habido progreso pues ha disminuido el porcentaje de presos preventivos.

Ahora bien, ¿ha mejorado el sistema lo suficiente para que los dominicanos se sientan aunque sea ligeramente satisfechos de su sistema de justicia penal?

La respuesta es un rotundo no, porque las prácticas en el sistema siguen siendo las mismas aunque se hayan cambiado los códigos y se le hayan dado miles de cursos a jueces, fiscales y abogados.

El sistema sigue siendo débil en numerosos aspectos; los jueces siguen siendo débiles y ceden ante las presiones o el “enllavismo” de los abogados; la investigación es deficiente y la relación cliente-abogado sigue siendo una que privilegia el reenvío para poder cobrar.

Todo eso, dentro de una cultura judicial autoritaria en la cual lo único que complace a la víctima y sus familiares es el “¡tránquenlo!”.

Se podría levantar una larguísima acta de carencia del sistema penal que, sin embargo, ha avanzado muchísimo con relación a lo que se tenía. Ha faltado, eso sí, el compromiso de todos los actores para mostrar los logros y no solo resaltar las carencias. Pero se avanza.

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Adriano Miguel Tejada