¿Una nueva democracia? (2)

La solución que se dio a la inclusión de tantos nuevos actores que aumentaron exponencialmente las demandas al sistema político, fue el paternalismo. Los Estados comenzaron a ser “benefactores” que lo financiaban todo.

No hubo problema en hacer esto en aquellos países en los cuales el gobierno tenía “poder de penetración”, es decir, capacidad para sacar impuestos a toda la población para sostener programas de ayuda social que beneficiaban a todos, --de ahí que todos pagaran--, que tenía como corolario la honestidad de los funcionarios.

Pero nuestros pueblos tenían demasiados pobres que no podían colaborar con el Estado y nuestros funcionarios eran corruptos casi por definición. De ahí la excusa para evadir. Cada Estado se las arregló como pudo: los que tenían petróleo o minas, se comieron su petróleo y sus minas. Unos se endeudaron y los que no pudieron hacer lo uno ni lo otro, terminaron en dictaduras o en una gran inestabilidad política.

Es imposible una democracia no inclusiva en el día de hoy, por tanto, las soluciones tienen que provenir de otros litorales. Algunas de esas soluciones tendrán que ver con una mayor participación de todos en los impuestos, que deben ser en su mayoría directos para que le duelan al ciudadano. Un Estado más pequeño y eficiente. Las instituciones de coerción deben ser independientes del poder político. Nadie puede ser inmune a la aplicación de la ley. No debe existir monopolio en la presentación de candidaturas y no debe haber financiamiento partidario. Las elecciones deben tener reglas claras de participación y nadie puede ocupar cargos públicos por más de doce años.

Continuaremos con el tema.

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Adriano Miguel Tejada