“¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”. La pregunta que el presidente Juan Manuel Santos hará a los colombianos sobre su acuerdo con las FARC induce al SÍ de una manera aviesa. El acuerdo con la banda otorga a los terroristas lo siguiente:

1. Las FARC quedan eximidas de cárcel. Tendrán una temporal restricción de la libertad en una zona, pero no prisión. Ni por los asesinatos.

2. Tendrán curules garantizadas en el Congreso de la República. (Timochenko, ese prócer...)

3. Se someterán a una Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) conformada por instancias extranjeras con facultades y poderes que sobrepasan los de las Altas Cortes, juzgados y tribunales del país. Los policías, militares y paramilitares serán juzgados por la vía normal.

4. La Fiscalía General, la Procuraduría y la Contraloría colombianas pierden sus atribuciones penales y sus decisiones en cualquier época pueden ser anuladas.

5. Sus líderes serán “premiados” con diez curules directas en el Congreso durante ocho años sin necesidad de votos.

6. El futuro partido político de las FARC recibirá el diez por ciento de los recursos que el Estado destina a todos los partidos políticos.

7. Además de un 5% adicional para financiar la mejor difusión de su plataforma ideológica, tendrán acceso a 31 emisoras de radio y a un nuevo canal de televisión.

Y más concesiones de igual trascendencia... El referéndum se gana con el 13% de los votos. Sabiendo que es un SÍ a todo esto, ¿es o no es una pregunta envenenada?

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún