Los motores nos ahogan

Como dominicano, y al corriente de mis deberes, tengo a bien dirigirme a usted, con el fin de manifestarle un hecho que me mortifica, porque se trata de una situación muy descontrolada y difícil en nuestro diario vivir.

Para nadie es un secreto que nuestras calles y carreteras están repletas de motoristas haciendo ruidos y piruetas, provocando accidentes mortales e invalidantes, incumpliendo la ley de tránsito en su totalidad, atracos, etc. Y para colmo de males, muchos de nuestros jóvenes han desertado de las escuelas, pues creen que es más fácil y más rápido conseguir dinero en esas condiciones. Nuestros campos los han dejado solos, para venir a conchar a las ciudades.

En otro orden, y gracias a Dios, nuestras universidades están llenas de estudiantes hembras, porque muchos de nuestros hijos varones ya no desean estudiar. Mirando este panorama social desgarrador, considero oportuno que el Estado dominicano debe hacer una LEY DEL MOTORISTA que les haga cumplir el deber de respetar las normas de tránsito, de que se inscriban en algún curso técnico que mucha falta nos hacen, para cuando ya no puedan o no quieran motoconchar. Que los menores de edad no realicen este oficio por simple vagancia, porque en nuestros cementerios yacen muchos de ellos a muy temprana edad. De igual modo, que tengan derecho a un seguro médico, en virtud de que nuestros hospitales reciben muchos accidentes a diario. Ya el moto-concho es una realidad de nuestro pueblo, pues es innegable que también rinden algún trabajo positivo y solo hay que ordenarlos, darles seguimiento y organizarlos en sus oportunos y rápidos servicios.

Arismendis Hernández Aybar

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