Negocio sin transparencia ni culpables

No es la primera, y tampoco la última, pues al mundo le queda mucha vida, pero lo del subsidio a los choferes nunca tendrá explicación justa. Asombro, sorpresa, queja, invento, pero nada que revele su carácter.

La culpa será siempre de los choferes, pues al dedo malo todo se le pegará. La verdad, sin embargo, es que no toda la culpa es suya. Incluso, podría ser mayor la de los funcionarios que idearon la modalidad y la aplicaron sin escrúpulos. Aunque como siempre se descubre el pecado cuando ya el pecador va camino al infierno.

Ese otorgamiento licencioso de combustibles es malo cuando lo quitan y se suponía era un derecho adquirido de “los obreros del volante”. Los mismos que en un primer momento protestaron el “despojo”, y amenazaron de mil maneras, como es su costumbre, ahora revelan que los carburantes nunca fueron a los transportistas.

Que se quedaban en el camino.

Si se daban y nunca aprovecharon a sus destinatarios ¿a dónde iba a parar un producto tan apreciado? El misterio seguirá siendo misterio, puesto que no habrá transparencia de un lado ni del otro. Aunque a leguas se adivina el negocio.

Diario Libre