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Desventuras del "chele"

El "chele" ha sido puesto de moda en el momento en que nadie le hacía caso y su circulación era inexistente.

Pero el "chele" tiene una historia fecunda y honorable.

En otros tiempos, el "chele" tuvo un extraordinario valor de cambio. La gente común compraba en la pulpería de la esquina las viandas de su diario vivir a base de cheles: un chele de aceite, uno de pasta de tomate. Los plátanos eran a dos por cheles, y así sucesivamente.

Para los estudiantes de mi época infantil, el "chele" era la moneda de curso legal en el recreo y no había mayor motivo de dolor que la ausencia de esa moneda sucia y fea, pero de alto poder adquisitivo, cuando el salario breve del padre y la madre impedía entregarlo al hijo amado.

El chele luego se convirtió en producto mercadológico.

Cuando nos fuimos sofisticando y los expertos en mercadotecnia comenzaron a jugar con los caprichos de los consumidores, el "chele" fue la pieza de rejuego para engatusar a los compradores. Así, los precios terminados en .99 eran la herramienta más eficaz para inducir a la compra.

El "chele" sirvió también para numerosas campañas publicitarias. Desde "un chele para Chile", que salvó vidas en un terremoto, hasta las campañas de todas las tiendas que invitaban a ahorrar los "cheles".

Pero como todo subió de precio, el "chele" fue sustituido por el peso, otra moneda fea, de mayor tamaño, pero de menor poder adquisitivo que el venerable "chele" de mi infancia.

Ahora te quieren salvar, cuando ya no tienes remedio.

atejada@diariolibre.com