¿Diálogo entre quiénes?
Diario Libre
El presidente Danilo Medina ha propuesto que se revivan los procesos de diálogo tripartito para encarar algunas de las principales dificultades que tiene el país.
Ese diálogo entre empresarios, sindicatos y Gobiernos, tendría como propósito el logro de los pactos necesarios para enfrentar los retos del país.
La idea es magnífica pues ya el diálogo y la concertación social han dado frutos extraordinarios en el pasado en la experiencia que estuvo conducida por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Pero el país ha cambiado y hoy tenemos unos problemas que no existían ayer.
En primer lugar, la poca representatividad de los sindicatos y de las organizaciones empresariales.
Los sindicalistas representan apenas el 10 por ciento de los trabajadores y ese número va decreciendo por la informalidad de la economía, y entre los empresarios se está dando un proceso de relevo generacional no muy bien asimilado todavía.
El Gobierno, por su parte, ha penetrado tantos sectores de la sociedad que no se sabría si su papel es de árbitro imparcial o de jugador encubierto.
Queda una sociedad civil que en gran medida responde a intereses foráneos, con escasa representación social y a veces radicalizada.
Por tanto, se impone un reconocimiento primero de cual es el peso de los actores en el proceso y la medida de la buena voluntad de los sectores políticos, incluyendo a la oposición que siempre se ha quedado fuera de los diálogos.
¿Quién le pone el cascabel al diálogo?
atejada@diariolibre.com
Ese diálogo entre empresarios, sindicatos y Gobiernos, tendría como propósito el logro de los pactos necesarios para enfrentar los retos del país.
La idea es magnífica pues ya el diálogo y la concertación social han dado frutos extraordinarios en el pasado en la experiencia que estuvo conducida por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Pero el país ha cambiado y hoy tenemos unos problemas que no existían ayer.
En primer lugar, la poca representatividad de los sindicatos y de las organizaciones empresariales.
Los sindicalistas representan apenas el 10 por ciento de los trabajadores y ese número va decreciendo por la informalidad de la economía, y entre los empresarios se está dando un proceso de relevo generacional no muy bien asimilado todavía.
El Gobierno, por su parte, ha penetrado tantos sectores de la sociedad que no se sabría si su papel es de árbitro imparcial o de jugador encubierto.
Queda una sociedad civil que en gran medida responde a intereses foráneos, con escasa representación social y a veces radicalizada.
Por tanto, se impone un reconocimiento primero de cual es el peso de los actores en el proceso y la medida de la buena voluntad de los sectores políticos, incluyendo a la oposición que siempre se ha quedado fuera de los diálogos.
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