Educación y garrote

Está muy bien que se hagan campañas para que nuestros conductores de vehículos públicos y privados san corteses en las calles y respeten las señales de tránsito, pues la educación es fundamental para el logro de cualquier objetivo individual o colectivo.

Pero no basta con educación.

Para obtener resultados apreciables, es necesario aplicar el garrote expresado en multas y otras medidas coercitivas que obliguen a los conductores a cambiar su modo de actuar al volante.

Las más exitosas campañas de prevención de accidentes se hacen en la calle y en las escuelas, no por la televisión o por redes sociales. Al infractor hay que ridiculizarlo en su falta con payasos y mimos en las intersecciones y hay que multarlo simbólicamente primero y luego de verdad. Con la multa simbólica se le dio el consabido “chance” que pide todo el mundo. Con la de verdad, verá que las autoridades no estaban jugando.

El ordenamiento del tránsito debe ser una prioridad nacional como elemento educativo para el logro de otras “ternuras” en nuestra vida diaria. Hagámoslo bien, de una vez por todas.

Diario Libre