Un Código desvirtuado

Cuando se aprobó el nuevo Código Procesal Penal hubo discusiones sobre si funcionaría en una sociedad con una cultura judicial autoritaria, la del ¡tránquenlo! y después averiguamos.

El nuevo Código buscaba poner al país al día con las corrientes que trataban de dar vigencia plena a los derechos humanos, sin importar que se tratara de alguien respetuoso de la ley o en conflicto con ella.

El Código chocó con la realidad, aunque tuvo aciertos en el reconocimiento de los derechos de todos los ciudadanos, pero nos han faltado jueces que no se dejen embaucar por los abogados que utilizan la ley para salvar a criminales bajo la mirada indiferente de los encargados de aplicar la justicia.

Hemos llegado al colmo de que al utilizar el Código para demorar los procesos y desesperar a las víctimas y sus familiares, el instrumento legal se ha convertido en un comodín para burlar a la Justicia, y eso no puede ser.

El Consejo del Poder Judicial debe instruir a los jueces a no dejarse llevar por chicanas de abogados y dar igual peso a los derechos de los justiciables y al legítimo deseo de justicia de las víctimas, sus familiares y la sociedad.

Diario Libre