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Calibrando los impuestos

Un sistema tributario regresivo como el nuestro, neutraliza en cierto grado la función social del gasto. Aumentar impuestos dejando la misma estructura, agrava el problema de la pobreza...

Isidoro Santana (Hoy, 2 de diciembre) se refiere a la elasticidad de la oferta de los impuestos, o más bien, del recorte de impuestos. Compara dos actividades, una de servicios y otra de producción manufacturera, orientadas al mercado externo: turismo y zonas francas industriales. Trata de mostrar que en el largo plazo, la elasticidad de la oferta respecto a las exenciones tributarias, es mayor en el turismo que en las zonas francas. No aporta un análisis del tipo de impuesto, ni una cuantificación de la magnitud de las exenciones impositivas para cada actividad. Solo compara indicadores de la oferta para turismo y zonas francas: el volumen de turistas y la cantidad de empleo, respectivamente.

Cuando se busca el impacto sobre competitividad, lo anterior es importante porque hay impuestos que actúan sobre los costos directos (por ejemplo, el arancel y el ITBIS) y afectan los precios, y otros que gravan las ganancias o el capital, sin afectar los precios. En las exportaciones, los costos normales (incluyendo impuestos), dado el precio internacional, determinan el margen de ganancia. En otras palabras, no pueden trasladar costos o impuestos a precio.

Mi impresión es que ambas actividades de exportación son bastantes inelásticas a medidas de exenciones tributarias transitorias, pero que su oferta es elástica a exenciones permanentes o duraderas. Esto mismo aplica a la inversión en ambas actividades.

Si extendemos el análisis a las actividades de producción para el mercado interno, el asunto opera de manera diferente. Los impuestos a las materias primas y bienes de consumo son trasladados a los precios por las empresas, reduciendo el salario real, y si son para financiar gastos, es una transferencia de poder de compra desde los afectados por el impuesto (mayormente los trabajadores) hacia los beneficiarios del gasto presupuestal. Por tanto, el efecto de esta acción fiscal sobre la demanda agregada es nulo o contraccionista cuando beneficia a grupos de altos ingresos.

Si los impuestos son sobre las ganancias y el capital y son para financiar el gasto, el impacto fiscal es expansionista y no reduce la ganancia, siempre y cuando los planes de inversión y el consumo autónomo no sean influenciados por el ingreso corriente. Claro, la magnitud del efecto multiplicador neto va a depender de cómo afecta el tipo de gasto que se va a financiar a la demanda agregada. Políticas de exenciones deben evaluar si dichos efectos se anulan o se potencian.

En general, creo que la elasticidad de la oferta de la producción interna a las exenciones impositivas depende del tipo de impuesto que se reduce y de si este va acompañado de una reducción del gasto. Mi impresión es que es baja y en casos hasta negativa. Pero pueden haber actividades o productos con enlaces hacia adelante y hacia atrás, en los cuales, aunque la elasticidad de la oferta sea baja, valga la pena una política de incentivos dado el mayor efecto multiplicador intersectorial.

En la discusión del tema (P. Silverio y E. García Michel, Diario Libre, 9 y 13 diciembre) percibo que hay malentendidos con el rol de la política fiscal, no pocos por la influencia del pensamiento neoliberal.

En las cuentas públicas, los impuestos son la parte del crédito de la actividad del Estado y los gastos la parte del débito. Son actividades que operan independientemente, ya que los impuestos no son para fondear el gasto. El Estado puede obtener dinero endeudándose (bonos) y, sin costo alguno, imprimiendo dinero. Los impuestos actúan sobre el ingreso disponible del sector privado reduciendo el consumo, y sobre su liquidez, por tanto influyen la tasa de interés. También tienen efectos sobre la distribución del ingreso entre grupos sociales y entre sectores de actividad.

El gasto presupuestal por su parte impacta directa o indirectamente la demanda agregada y por tanto la producción y el empleo. Aumenta la liquidez del sector privado. Es el instrumento más poderoso con que cuenta la política fiscal. El gasto tiene mayor poder expansivo sobre la economía cuando tiene un mayor efecto multiplicador, generador de capacidad productiva, y cuando se financia con bonos o emisión monetaria (ya que no filtra ingresos fuera del sistema con impuestos). Puede redistribuir el ingreso y la riqueza con transferencias y subsidios.

Las acciones fiscales, incluyendo el déficit y la deuda, hay que evaluarlas por sus efectos sobre la economía, no de acuerdo a ideas preconcebidas sin comprobación científica o simples comparaciones entre países. Los efectos a evaluar, son objetivos a maximizar como el crecimiento, el empleo y la productividad.

Un sistema tributario regresivo como el nuestro, neutraliza en cierto grado la función social del gasto. Aumentar impuestos dejando la misma estructura, agrava el problema de la pobreza y obstaculiza el desarrollo del mercado interno.

No hay ninguna teoría económica sólida que demuestre que la carga tributaria debe ser 15% o 45% del PIB. ¿Nos conviene una carga tributaria más alta con una estructura tributaria regresiva? No, eso sería ampliar las desigualdades lo cual es injusto e ineficiente.

fpellerano@claro.net.do

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