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El concierto de órgano de la iglesia Corazón de Jesús

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El concierto de órgano de la iglesia Corazón de Jesús

La iglesia Corazón de Jesús de Moca es, sin quizás, el edificio religioso del país más impresionante, majestuoso y grandioso. Fue concebida por el padre salesiano Antonio Flores y el maestro Luis Breda. Su construcción se inició en 1949 por estricta contribución popular de los mocanos, sin la participación del Estado. Se terminó de construir en 1956.

Cuentan, de lo cual no tengo certeza, pero es una creencia que goza de amplio arraigo en la comunidad, que ya casi terminada la construcción, Trujillo quiso no quedar excluido, y envió como colaboración un cheque por una suma alta. Al día siguiente, oficiales del régimen fueron a exigir la devolución del cheque, lo que se consideró una burla a los salesianos y a la comunidad.

Dicen que entonces los jerarcas salesianos decidieron dejar inmortalizada su indignación, para lo cual hicieron tallar en las esquinas de la torre de la iglesia unas lágrimas que recuerdan para siempre ese agravio.

Contemplar desde la lejanía esta obra monumental encandila el espíritu, sobre todo si se tiene la suerte de verla completamente iluminada en la noche. Y observarla de cerca es una experiencia que induce al recogimiento por su enorme bóveda, gruesos pilares, equilibrio interior, y por su riqueza en estatuas, vitrales y altares.

Las autoridades mocanas tienen la responsabilidad de velar de que no se pierda la perspectiva de esta obra de arte, como de hecho se ha estado perdiendo por las construcciones verticales autorizadas en su cercanía.

Fue declarada por el Estado dominicano patrimonio monumental en el 2006. La torre mide 60 metros de altura y alberga un juego de campanas automático fabricado en Italia. Dispone de siete altares, levantados en mármol de Carrara. Y posee un conjunto de vitrales de gran belleza, aparte de cuatro grandes relojes que adornan cada pared y que marcan los cuartos, media hora y la hora con campanadas que se escuchan en la lejanía.

El costo total del conjunto se estima en 600,000 dólares del año 1956.

Pero si hay algo que mueve a la curiosidad es el espectacular órgano con carillón ubicado en el coro, en el segundo nivel, casi a la par que el techo de la bóveda. Tiene 4,000 tubos, 2 teclados y 48 registros, del sello de Anselmo Tamburini, Cremona, Lombardía, Italia.

Es, según se afirma, el más grande de las Antillas, y costó US$30,000 de 1956, toda una fortuna, que equivale a la vigésima parte del valor de toda la iglesia.

Pero si relato todo esto es para resaltar el hermoso concierto que se celebró el pasado domingo, 7 de febrero, con la participación del virtuoso organista italiano Alessandro Canale, auspiciado por la parroquia y el senador José Rafael Vargas.

Tuve el privilegio de asistir y escuchar los maravillosos acordes del órgano y admirar la maestría del concertista italiano.

Se interpretaron piezas para órgano de Bach, Sandoni, Zipoli, Valerj, Mozart, Schumann, Bartholdy, y Bonnet. La más conocida para los profanos fue la tocata e fuga in re minore de Bach.

A pesar de que vi construir la iglesia en mi infancia y escuché al órgano en diversas ocasiones, nunca estuve consciente del tesoro que se encierra allí, ni de la complejidad que significa tocarlo, pero al disfrutar de este concierto pude darme cuenta a plenitud de su valía.

Aquella reliquia contiene un conjunto de piezas o pedales de madera situadas a los pies del organista, que permiten ejecutar los sonidos de acompañamiento con movimientos de los pies, al mismo tiempo que se manipula el teclado.

En determinados momentos de este concierto el organista parecía estar bailando con los pies una danza de gran precisión, como si flotara en el aire, al tiempo que sus manos acariciaban el teclado. La visión de esto se facilitó por la proyección visual del organista y del órgano por medio de cámaras, cuyas imágenes fueron recogidas en un telón colocado frente al altar mayor.

Inolvidable el espectáculo. Dichosos los que pudimos verlo y escucharlo. Hay que agradecer a quienes tuvieron la idea de rescatar al órgano de su silencio forzoso o de su uso esporádico y parcial, y dar a conocer aquella maravilla de la música y del arte.

Como mocano me siento orgulloso de la sensibilidad que tuvieron aquellos salesianos al dotar al pueblo de un conjunto magistral en todas sus vertientes, incluyendo la música. Y de los auspiciadores de esta hermosa velada. Allí confluyeron entendidos de la música con simples profanos embelesados por aquella sinfonía celestial.

Se me ocurre y sugiero que se monte allí, en la iglesia, un programa anual de concierto de órgano con repertorio que mezcle lo sacro con lo ecuménico, con tintes de popular, para que el público de todas las condiciones pueda disfrutarlo y enriquecer su acervo cultural.

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