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Aviación
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La aviación y el turismo: agenda conjunta para el desarrollo Somos responsables del destino de nuestra nación

La Aviación y el Turismo desempeñan un papel importantísimo en la economía mundial enfocado en el desarrollo económico y la creación de nuevos empleos. Tomando en cuenta este principio, la República Dominicana no debe ver a estos dos sectores de manera separada, teniendo en cuenta los beneficios y retos que estos dos sectores significan para la economía dominicana. Estas dos columnas, son los catalizadores de la mayoría de las actividades económicas en nuestro país, las que inciden directamente en el crecimiento y el desarrollo, sin dejar de lado que estamos dentro de los países menos avanzados denominados (PMA). La agenda de desarrollo turístico dominicano debe estar unida a la de las actividades aeronáuticas. El turismo - representado por los turistas - constituye el principal usuario del transporte aéreo que llega a nuestro país, por ende no solo se transforma en la oportunidad visible para el crecimiento económico constante, sino de todos los países en desarrollo como la República Dominicana.

A través de los años hemos venido enfrentando en el ámbito de la aviación escollos que debemos superar, retos como la adecuación a todos los niveles de todas las infraestructuras aeronáuticas y las operaciones, regularización de los precios de los combustibles, capacitación de nuevos pilotos, implementación de políticas de transporte aéreo más eficaces, incentivo para la organización de nuevas líneas aéreas, además de un enfoque más definido para las empresas que asesoran y orientan todas las actividades de índole legal aeronáutico, entre otros temas relevantes.

Desde la perspectiva turística, es necesario buscar nuevas formas de conectividad aérea, implementando fórmulas de liberalización en el transporte aéreo, desarrollo de las áreas dentro de las infraestructuras aeronáuticas destinadas para recibir turistas VIP, así como la implementación de nuevas fórmulas para tratar los temas de derecho y obligaciones de los turistas (consumidores) y los organizadores de viajes (agencias de viaje), además del fomento de la reducción de impuestos y gravámenes que son tan perjudiciales para el desarrollo del estos dos rubros y que es tan notorio y limitante en nuestro país.

Tomando en cuenta datos de la Organización Mundial de Turismo (OMT) y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), estas dos organizaciones en conjunto prevén un crecimiento en la llegada de turistas internacionales a los países, poniendo como tope el año 2030. Indican que el 52% de los usuarios llegaran por avión. Para nuestro país, estas cifras deben ser un reto a pesar del aumento en la entrada de turistas en un 10.1% a diciembre del 2014 por los diferentes aeropuertos del país. La Aviación y el Turismo, independientes, no podrán superar los desafíos planteados, para el logro de estos, las entidades involucradas deben continuar el proceso de integración que se ha iniciado, un proceso sincero para la implementación de medidas colectivas que liberen las trabas que hasta el momento existen en el transporte aéreo y el turismo en nuestro país.

En conclusión, debo resaltar la labor de promoción de estos dos sectores, integrando actores protagonistas apoyados en las organizaciones internacionales actores a nivel mundial y regional, clave del éxito. Debemos aprovechar al máximo que nuestra isla que es un destino turístico ideal para la mayoría de los turistas de todo el mundo. Si nos unimos para emprender estos desafíos como país exportador de turismo, podremos obtener los beneficios que implican las crecientes oportunidades globales que la aviación y el turismo están generando y tiene previsto generar en las próximas décadas.

En el año 2010, a raíz del terremoto en Haití, opiné en el artículo “La tragedia haitiana” que, aunque muy lamentable, constituía una oportunidad para que gobiernos y ONG aunaran sus esfuerzos a fin de ayudar a esa nación a salir de la miseria en que los políticos por su lado y la naturaleza por el otro la han sumido.

El tiempo, sin embargo ha evidenciado que no existe en tales Estados e instituciones no gubernamentales nacionales y extranjeras la intención de aportar con seriedad a la solución de la situación de este país hermano.

Los segundos como siempre seguirán sacando pingües beneficios a la pobreza de ambos países, más a la haitiana, muchas desde la comodidad y seguridad que les ofrece la República Dominicana.

Desde que se diera a conocer la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional he mantenido que la misma representa para la República Dominicana la oportunidad de poner orden en sus fronteras y hasta el momento, aunque con sus debilidades, se han dado pasos importantes para -por lo menos- regularizar a los/as extranjeros/as que residen en el país.

Sin embargo, queda pendiente y urge que se ponga orden al flujo de migrantes, no solo de los/as haitianos/as, pues son las más, pero no los únicos y que se obligue al sector empleador a cumplir la ley en cuanto a la proporción de dominicanos y extranjeros que contratan y en cuanto a la condición de migrantes regulares de estos últimos.

Los otros que han hecho su agosto con esta sentencia son los haitianos, pues a pesar de que no todos han logrado regularizarse básicamente por la falta de apoyo de su irresponsable y desentendido gobierno, muchos han aprovechado la oportunidad de pescar en río revuelto.

En todo caso, lo cierto es que dominicanos y dominicanas comprometidos/as con esta patria de Duarte, Sánchez y Mella y Luperón, a raíz de la sentencia citada y las regulaciones que ha parido y a propósito de los ataques que seguimos recibiendo de nacionales que han dado la espalda a su país y extranjeros y de ONG que buscan la ocasión para atacarnos y tirarnos la responsabilidad de cargar con Haití, debemos asumir con orgullo la defensa de una República Dominicana libre, soberana, independiente y respetuosa de los derechos humanos.

Aprovechar la oportunidad para dar un escarmiento a quienes han dado la espalda a su país y a extranjeros y ONG, en base a un comportamiento ejemplar en las calles, en la exigibilidad responsable de nuestros derechos, al respeto a los derechos humanos y el cumplimiento de nuestros deberes, sintiéndonos orgullosos/as de nuestra dominicanidad y gritando al mundo la soberanía que nos asiste de ser quienes decidamos las políticas migratorias que han de regirnos.

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