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La importancia del debate

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La importancia del debate
El debate entre los candidatos demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders.

Desde la antigua Grecia, cuna y Meca de la filosofía, el debate ha jugado un rol fundamental en la discusión de las ideas. El mismo permite a las personas exponer sus criterios y propuestas, desde un punto de vista crítico, con el mero objetivo de someter dichas ideas a escrutinio, pudiendo cada cual defender lo que considera correcto.

Aproximadamente 2,500 años más tarde, el debate continua siendo fomentado en las sociedades desarrolladas con el propósito de que las personas asienten sus creencias, prácticas, corrientes, y hasta las leyes son debatidas en el Congreso (al menos en principio), a fin de demostrar su eficacia o certeza. Oportunamente, este proceso también sirve para desmontar ciertos mitos y polémicas insostenibles.

El debate es tan importante, que los centros de estudios más reconocidos lo promueven entre sus academias, con el propósito de validar resultados y fijar posiciones de consenso.

En el ámbito político pocas cosas arrojan más claridad que el debate. El mismo ofrece una oportunidad excelente para la exposición y comparación de la oferta política entre contrincantes. A la vez, realiza una importante contribución a la democracia, toda vez que el ciudadano está mejor informado al momento de decidir sobre su voto.

Nuestra población ha sido constantemente manipulada por líderes políticos especialistas en discursos de teleprompters y demás monólogos de un verbo sofisticado. La demagogia, cada vez más prolija, ha llegado a ser vista por las nuevas generaciones como una clara señal de fracaso, de falta de preparación y de malas intenciones. Lamentablemente, líderes de la vieja escuela caen en el error de pensar que se siguen dirigiendo al mismo votante de hace 15, 20 o 30 años, al que le bastaba con palabras... que se lleva el viento. Algunos han llegado a pensar que el silencio es siempre una respuesta aceptada, rehuyendo a los deberes y obligaciones conferidas por mandato del pueblo.

Acceder al debate demuestra seguridad en su plan de gobierno, liderazgo, transparencia, gallardía y confianza en sus estrategias. No hacerlo, indica exactamente todo lo contrario.

El votante de estos tiempos exige que nuestros líderes encaminen la democracia por senderos de verdadero progreso; que las ideas sean defendidas con base y fundamento; que rompamos con los paradigmas que han mantenido a los ciudadanos sumergidos en la impotencia y la ignorancia; y, que tengan el valor de enfrentar a sus contrincantes de una forma civilizada.

Cuando una campaña política se cimienta en la cantidad de afiches que son distribuidos, de muros y postes ensuciados, de “discolais”, de pica pollos y de caravanas llenas de atraso, el debate es indispensable.

No existe una sola razón que justifique no participar en un debate público, a menos que no se esté muy confiado de sus competencias. Precisamente por ello y, abogando por sacar a la política dominicana del lastre del siglo XX, esta vez el debate, más que electivo, resulta imperativo.

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