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Los dominicanos desde la perspectiva de los haitianos

Entender la imagen que tienen de los dominicanos los haitianos que han recibido alguna educación, es tan sencillo como leer un libro de historia escrito por haitianos.

Lo primero que sorprende es que el período entre 1524 y 1804, o sea los 300 años que precedieron el surgimiento del Estado haitiano, está descrito para minimizar la existencia de un pueblo con idiosincrasia propia en el territorio oriental de la Isla.

A partir de ese hecho, se sientan las bases y premisas para distorsionar realidades, justificar actos de violencia y perpetuar percepciones de los dominicanos que trascienden 211 años después.

Es un hecho que los esclavos negros de la colonia francesa de Saint Domingue actuaron con singular barbarie para vengarse y erradicar todo vestigio de lo que la Francia revolucionaria y napoleónica prometió y no cumplió.

Nueve años antes de la secesión haitiana de 1804, el Santo Domingo español había sido cedido a la Francia napoleónica, en 1795.

Los haitianos temían la reconquista de los franceses lo que provocó la invasión y genocidio de los criollos de lengua española, en 1805, al tratar de reclamar ese territorio.

Hasta esa fecha fatídica de 1805, los habitantes de la parte española, quienes constituían el 95% de la población que 40 años más tarde serían los dominicanos, sintieron en carne propia lo que era tener un estado racista como vecino.

Los sucesos y eventos posteriores a 1804 y 1844 hasta el presente no se pueden evaluar y juzgar objetivamente, si no diferenciamos entre lo que es el Pueblo, la Nación y el Estado.

En el 2015, tenemos un Estado Haitiano que no ha sabido dar al Pueblo Haitiano un mínimo de bienestar vital para sobrevivir.

El Estado haitiano fue el fruto de un acto de violencia que se fundó sobre el antivalor del racismo de negros contra blancos y así consta en su Constitución inicial.

La Revolución Francesa fue un hito que motivó la rebelión de los esclavos en Haití, pero que sentó las bases de un estado racista que perdura hasta el presente y afecta a la República Dominicana y a su pueblo.

Minimizar tres siglos de historia del pueblo dominicano desde la llegada de los españoles hasta la rebelión de los haitianos, es querer justificar un racismo institucional de Haití y el sojuzgamiento del territorio español que dio origen a la República Dominicana.

Es un hecho que más del 75% de la población dominicana es mestiza. Este mestizaje no comenzó hace 200 años, sino hace ya 500 años.

Evolucionó naturalmente sin ideologías sobre el racismo, con base en valores culturales positivos, en un entorno geográfico acogedor y generoso.

Es una contradicción a esa idiosincrasia del Pueblo Dominicano, donde las razas se han mezclado durante cinco siglos, que se tilden de racistas las medidas que por razones de Estado, ponen orden a los flujos migratorios del vecino que lo sojuzgó y masacró.

En el 2015, tenemos un Estado Dominicano que toma decisiones para preservar la Nación dentro de los valores positivos de Dios, Patria y Libertad que inspiraron a sus fundadores.

La injerencia extranjera es hoy más sutil, pues se basa en la desinformación. Se acusa de racista al pueblo que de hecho es el que mejor ha integrado las razas blanca y negra en Las Américas.

Se manipula la historia para poner intenciones de Estados Extranjeros como si fueran decisiones que el Pueblo Dominicano tomó y por las cuales debe disculparse o incluso disolverse como Nación.

Eso sólo fomenta los extremismos del que la historia y la actualidad mundial tienen en demasía.

El futuro solo se forma sobre valores positivos. Lo contrario es solo arriesgarse a repetir la historia.

La identidad del pueblo dominicano no tiene ese elemento de discriminación racial que le prestan los extranjeros de allende los mares.

Es un error ignorar cinco siglos de historia de un pueblo, para acomodar teorías válidas quizás para otros pueblos, en otras latitudes.

Es un error confundir los Estados con los pueblos y la Nación que éstos encarnan.

El futuro de los dos pueblos, el haitiano y el dominicano, debe ser replanteado en el 2015, sobre otras bases que las que dieron nacimiento a sus respectivos Estados.

El Estado Haitiano es la antítesis del Estado Dominicano.

El primero surgió como estado racista como antídoto para curar la esclavitud instaurada por terceros.

El segundo surgió para proteger a su pueblo del racismo instaurado por el primero.

Ya que las crisis políticas, institucionales y naturales han afectado la viabilidad inmediata del Estado Haitiano, a espaldas de su pueblo, esta es una oportunidad para que reexamine su relación con la República Dominicana, que lleve a una reconciliación con la Nación y el Pueblo Dominicano.

Para ello, es imprescindible redefinir la identidad de los haitianos con valores positivos a futuro. Sus valores negativos del pasado no los han llevado a un presente halagador.

Este es un papel que deben asumir los 4 millones de haitianos de la diáspora, que tienen la educación y los alimentos de los que carecen al menos 8 de los 10 millones que viven en Haití.

Los dominicanos que no solamente somos su único vecino insular, sino también anfitriones de uno a dos millones de esa diáspora, tendremos que redefinir nuestro antihaitianismo, para que no se confunda con racismo, preservando nuestra cultura.

El siglo 21 ha redefinido las fronteras de las comunicaciones y por primera vez los dominicanos estamos en libertad de definir como queremos que sea la República Dominicana del 2044, cuando se cumplirán 200 años de la independencia que a fuego y sangre arrancamos a Haití.

Las redes sociales son eficientes esparciendo medias verdades que son mentiras completas. Pero, también son útiles para desenmascarar a mentirosos y demagogos.

Comencemos iniciando una campaña que aúne en torno a valores positivos a las diásporas haitianas y dominicanas.

Uno de esos valores es la destrucción masiva del medioambiente que ha sufrido la isla que de seguir al paso que va, no beneficiará ni a dominicanos ni a haitianos.

Otro de esos valores es la educación, en la que ambos países tienen mucho terreno que cubrir. Para lo cual, los haitianos tendrán también que corregir su antidominicanismo anacrónico.

Si potencias extranjeras fueron las que mancillaron el territorio insular de las dos naciones y estados, los haitianos deben replantearse la descripción histórica de los criollos dominicanos para justificar la violencia de quienes fundaron a Haití.

Eso generará respeto y buena voluntad de parte de los dominicanos hacia la Nación haitiana, con miras a un desarrollo armonioso de la economía de ambos países, sin repetir errores históricos de los últimos 200 años.

Del mismo modo que Castilla y Aragón dejaron de ser hace siglos, la patria de los dominicanos; de ese mismo modo, los lares ancestrales africanos de haitianos y de muchos dominicanos deben ser solo elementos de referencia histórica, para construir un futuro en el nuevo mundo que es Quisqueya, Babeque, Bohío, Haití o La Española, o sea, la isla que nos alberga a ambos pueblos y países.

Nuestros pueblos necesitan alimentarse, curarse y educarse de manera urgente y prioritaria.

Los haitianos no pueden seguir culpando a los dominicanos, ni al Estado Dominicano, de las fallas y deficiencias de su propio Estado, basados en la manipulación de los hechos históricos.

Los dominicanos debemos mantener la cordura y la sabiduría de que la verdad nos hará libres.

Si 75% de la población dominicana es mezcla de blancos y negros y el 98% de la población haitiana es de negros y 2% de mulatos...

¿Cuál es el país que tiene su racismo institucionalizado?

Basta ya con los antivalores históricos y demos paso a un futuro que garantice a cada pueblo la Nación/Estado que tanta sangre le costó.

No olvidemos que primero está salvar la tierra que nos ampara, los alimentos que nos nutren, la salud que nos preserva y la educación que hace que nuestra sociedad progrese y perdure.

El no hacerlo es seguir siendo manipulados por esas potencias que siempre nos han colonizado.

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