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Redención turística del pueblo llano

Los resortes de la alegría dominicana son bien conocidos. Sus expresiones recurrentes incluyen los espectáculos musicales, los bailes (palos, atabales), los juegos de domino, de pelota y de gallos, las fiestas (privadas, patronales) y los carnavales. Pero ningún redil lúdico tiene entre nosotros la efectividad de los baños en playas y ríos para resarcir el espíritu. Tal vez por la influencia del turismo, ya tal recreación se perfila como el hedonismo nacional más socorrido y saludable.

Hasta ahora, hemos visto las playas mayormente como un coto para turistas extranjeros. De los 432 kilómetros de playas que tenemos, las ocupadas por los resorts figuran entre las mejor valoradas y los sucesivos gobiernos han rehusado invertir en otras playas para la recreación del nacional. Pero algunas de las playas soslayadas atraen la masiva afluencia del nativo que no puede acceder a los resorts, a la vez que ofrecen una oportunidad para, con los arreglos de lugar, convertirse en poderosos atractivos que también imanten al visitante extranjero.

Najayo y Palenque (N&P), dos gemelas adyacentes, figuran entre estas últimas. Al ser las mejores en la provincia de San Cristóbal, atraen mayormente a sus habitantes, aunque la nueva carretera que une a la ciudad con Najayo logra atraer a otros de fuera. Desde Santo Domingo, por ejemplo, el viaje se toma menos de una hora, haciéndolas una alternativa viable a Boca Chica y Juan Dolio. Además, los hoteles y apartamentos playeros allí existentes sugieren su potencial para atraer el mercado turístico internacional.

N&P comienzan a subyugar cuando se conoce que la fundación de San Cristóbal se remonta a los inicios de la colonia. Fue Miguel Díaz, un aragonés que se amancebó con la cacica de la comarca llamada Catalina, quien fundó el primer caserío y Bartolomé Colón lo convirtió en común en el 1503. Revelada por Díaz, la presencia de oro en Nigua y Haina fue la razón de que la zona se poblara rápidamente. Por su ingenio azucarero, Nigua eventualmente devino en un poblado de esclavos negros.

San Cristóbal es conocida porque allá se firmó la primera Constitución (1844) y porque fue la cuna del dictador Trujillo. Esto sugiere una dualidad existencial en tanto su presente está jalonado por la antítesis entre la libertad y la opresión. Al haber sido cuna constitucional y contener en su seno a Palenque, originalmente un recinto cercado donde se organizaban políticamente los esclavos cimarrones, se podría alegar que es abanderada de la libertad. Pero haber prohijado a Trujillo y hoy albergar a la Cárcel Modelo de Najayo sugiere lo contrario.

Los bañistas en N&P, sin embargo, no reparan en esas incongruencias históricas y disfrutan sin tapujos de sus mansos balnearios. Esas playas califican como oasis de regeneración física y espiritual casi exclusivamente para dominicanos. Las visitas de los nacionales ocurren durante todo el año, pero estos las abarrotan los fines de semana y en días feriados, especialmente en Semana Santa.

Una parte de Najayo está cubierta de cascajo, pero el resto de su franja de playa y la de Palenque son de arena fina parduzca. Mientras Najayo posee abundante sombra de sus grandes almendros, Palenque exhibe un denso cocal. En ambos lugares hay parqueos cercanos y la atmósfera es apacible y segura. Najayo es usada por surfistas durante el verano. En la zona hay dos naufragios franceses hundidos en 1806 y también las ruinas de una casa de Trujillo en Najayo y de otra cerca de San Cristóbal.

N&P son un microcosmo del estilo de vida y la alegría del nacional. Su litoral esta tachonado por casetas de cana que le imprimen un sello de relajación. Los muchos restaurantes típicos y bares presentan un aspecto limpio y organizado, con un visible cuidado por la higiene. Los expendios ambulantes de comida ofrecen cativias, yaniqueques, pescado frito y otros afrodisíacos del paladar dominicano. Porque abundan los cocoteros, la oferta del “coco de agua” es omnipresente.

Al comparar los atributos de N&P con los de Boca Chica y Juan Dolio se nota que las primeras playas tienen rasgos que no tienen las segundas. Algunos arroyuelos y una campiña rebosante de verdor y frondosa vegetación le dan a N&P un aspecto muy diferente a las segundas. Además de tener varios municipios cercanos (Sabana Grande de Palenque, Juan Barón, Nizao), el balneario del también cercano río Nizao permite que los bañistas “se quiten la sal” con un refrescante baño de agua dulce.

Tales rasgos hacen de N&P un acogedor habitáculo de la dominicanidad. En vista de que el mercado turístico internacional registra una marcada tendencia a preferir las “experiencias auténticas”, este debe resultar muy atractivo para los visitantes extranjeros. Rodeado de las adecuadas medidas de seguridad, el roce entre extranjeros y dominicanos generara experiencias enriquecedoras e inolvidables. Por eso se justifica que diversifiquemos nuestro producto turístico haciendo de N&P una vitrina de nuestra cultura y un paradigma de convivencia playera entre nacionales y extranjeros.

Para iniciar la visitación de turistas extranjeros deben desarrollarse excursiones diurnas que partan desde Santo Domingo, Bavaro-Punta Cana y Bayahibe. Pero antes se requeriría realzar sus atributos con facilidades adecuadas (parqueos, baños públicos, sanitarios, servicios de salvavidas, estaciones de primeros auxilios) y obras de embellecimiento. La inversión para tal reconversión debe ser asumida por el CEIZTUR del Ministerio de Turismo.

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