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Vitriólico y el desempeño del 2015 (3 de 3)

Mi estimado Abimbao, ahora te hablo de los desajustes económicos, pero antes te comento que es una pena que en vez de aprovechar el enorme ahorro (histórico) de la baja de la factura petrolera para tapar los huecos por donde se escapa el resultado del esfuerzo colectivo, lo estemos despilfarrando.

En cuanto a los desajustes, hay que empezar por el hecho de que no somos competitivos. Hemos sido y somos incapaces de tener un sector externo con superávit, fuente del crecimiento sano. ¿Sabes por qué? Por falta de políticas adecuadas, empuje y voluntad. Por eso, los acuerdos comerciales ofrecen resultados tan negativos.

En ese contexto, a la agropecuaria, agroindustria e industria les resulta cuesta arriba contribuir con empleo productivo e ingresos altos. El mejor negocio, por rentable, es importar. El peor, producir y, sobre todo, exportar.

Por eso las divisas son prestadas (en su origen) y no propias, hasta que un día cualquiera no podamos conseguirlas. Por eso también el mercado de divisas funciona bajo racionamiento y acuerdos ocultos sobre precios, que son imposiciones.

El costo de mantener la ficción de “país más próspero” es enorme. Cuando lo calculen se caerán de espanto.

A pesar de las repetidas advertencias, se persiste en mantener un déficit fiscal consecutivo, y hasta se ufanan de “mantenerlo controlado”. La deuda continuará acumulándose hasta que el globo explote de tanto soplarlo y el bolsillo fiscal se rompa por el peso del servicio de la deuda.

Y ni que hablar de la deuda cuasi fiscal que sigue montada en cohetes de largo alcance, sin que a los inocentes les preocupe ni los enterados se conmuevan.

Los recursos de largo plazo del mercado previsional y financiero se esconden en una caja oscura, en vez de invertirse en proyectos productivos, mientras se financia el consumo y el lujo. Se pagan intereses por títulos colocados para amontonar en espiral deuda sobre más deuda.

Se proclama que se busca solución al hoyo eléctrico, pero la sospecha apunta a que se trata de acomodar a intereses privados y públicos. De decisiones malas y oscuras, no sería extraño, ¡válgame Dios!, que se pasara a decisiones peores, aún más oscuras.

Y bien se sabe que la solución es sacar al Estado del botín eléctrico, de sus flujos, organizar el subsidio mediante consumo medido, eliminar el robo, y regular con claridad y firmeza con miras a un sistema eficiente y competitivo.

La seguridad social en salud es apenas una esperanza, cuando debería convertirse en el pilar robusto de una nueva economía.

Se mantiene la farsa de un mercado de trabajo en que la ocupación laboral crece, cuando lo cierto es que está inundado por indocumentados haitianos que provocan la caída del salario real y contribuyen a mantener muy alta la informalidad.

En fin, el desorden impera por doquier. La falta de institucionalidad es patente.

Ya hay hastío de escuchar tantas medias verdades y medias mentiras.

Y todo esto que te relato con dolor es un lastre enorme, un peso muerto. Me consuela pensar qué economía tendríamos sin tantos entuertos.

Estamos en medio de una sociedad marcada por su incapacidad para reconocer sus propios problemas, y ni que decir de solucionarlos, embobados en medio de un largo sueño regido por dosis narcóticas de autocomplacencia.

Por eso cumplo con avisarte, para que estés prevenido.

Te lo advierto hoy, cualquier choque internacional o interno pudiera precipitar los correctivos y lo peor es que ocurrieran sin que fuesen dirigidos por nosotros mismos sino impuestos por las fuerzas demoníacas e insensibles del mercado.

Vas a escuchar muchas promesas en la campaña electoral, pero no habrás de oír cómo van a resolver los grandes problemas pendientes.

Piensa, desde ahora, que el candidato al ajuste siempre serás tú, a quien habrá que hacer nuevos hoyos al cinturón para que lo puedan apretar un poco más.

Lo que habría que evitar es que los políticos sigan gastando los impuestos que aportas, creando más clientes. En esta ocasión deberías luchar porque el ajuste que se sufra sea para solucionar, no para apantallar.

Agárrate fuerte pues de la silla, para que no te desplomes.

Si es verdad que los ajustes suelen ser dolorosos, más lo es el desajuste en el que llevamos transitando muchos años, como si estuviésemos anestesiados.

Existe la posibilidad de que lo que viene, si es que llega, es lo que se necesita. Habría de consistir en ver de frente los problemas y enfrentarlos con coraje. Resolverlos.

Y si lo que llegare no fuere lo que se necesitara, entonces reza, pero nunca te conformes. Manténte alerta y reacciona.

El futuro es promisorio, pero siempre afincado en el trabajo digno y honrado. A eso es a lo que tenemos que dedicarnos y a dejar de vivir en la apariencia, el consumismo insensato y la dádiva pública.

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