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FUNGLODE, orgullo del país

"Nadie que tenga miedo puede hacer obras de importancia", dijo el más ilustre de los políticos dominicanos que hemos tenido, desde la dictadura de Rafael Trujillo hasta la fecha: El profesor Juan Bosch. Le tomo prestada la frase al portal de la biblioteca de la Fundación Global Democracia y Desarrollo, que se honra al llevar el nombre del insigne político, destacado intelectual y gran humanista vegano.

Cuando el doctor Leonel Fernández llegaba a la fase final de su primer mandato presidencial, allá en la primera semana del mes de agosto del año 2000, en una de esas conversaciones furtivas, alejadas del trajín del día a día, me comentó la necesidad de que a través de una entidad privada, sin fines de lucro, se retomara en el país el debate de las ideas, la discusión de las doctrinas del pensamiento económico y se pusieran de nuevo en la mesa de diálogo entre los jóvenes dominicanos, lo temas de la agenda local e internacional.

Si bien la Guerra Fría tuvo sus momentos en los que el diálogo y la concertación no sirvieron para evitar conflagraciones y caídas de gobiernos democráticos, ese período se distinguió por el dominio hegemónico de las dos súper potencias, lo que llevó a que la juventud del siglo pasado (de ideología de derecha o de izquierda) estuviera documentada con las corrientes ideológicas del momento, con la palabra en la boca, dispuesta siempre a refutar al contrario con buena argumentación. Así, con las doctrinas filosóficas de Carlos Marx, Friedrich Engels y Vladimir I. Lenin, defensores del materialismo dialéctico o método de interpretación de la sociedad, basados en la filosofía alemana de Hegel y otros pensadores ingleses y franceses se hacían fuertes críticas a la sociedad. Pero por otro lado, la juventud de la etapa de la Guerra Fría que chocaba con estos planteamientos ideológicos y filosóficos se cubría bajo la sombrilla de otra doctrina política que históricamente hace la defensa del sistema económico y social capitalista, denominado liberalismo, cuyos padres fundadores fueron John Locke, Adan Smith y Juan de Mariana. Hay otros pensadores del capitalismo, los del pensamiento liberal clásico, cuyos representantes contemporáneos más destacados son Ludwig von Mises y Friedrich Hayek.

Con la desaparición de la Guerra Fría termina la confrontación en los terrenos político, económico, militar, tecnológico, científico, espacial, y en el plano ideológico de dos superpotencias.

En aquellos años, pues, las ideas nutrían las maratónicas discusiones en los campos universitarios, en las aulas del bachillerato y en los escenarios deportivos y culturales; en fin, el debate de las ideas fue siempre el motivo de la rivalidad y confrontaciones estudiantiles, no importaba el lugar.

Ese escenario cambió con la caída del Muro de Berlín y, de momento, pasamos a otra etapa en la que se advierte una especie de crisis de las ideas.

Los partidos políticos se ocuparon siempre de la educación de sus miembros y cuadros importantes, sin embargo, en la mayoría de ellos, sus escuelas de formación sólo existen de nombre. A partir de esa realidad, el presidente Fernández pensó en la creación de una entidad que sirviera de catalizadora de todo aquel pensamiento creativo, progresista o conservador. Trabajó en la construcción de un centro de pensamiento para la articulación de propuestas innovadoras "de naturaleza estratégica y coyuntural sobre temas relevantes para la República Dominicana".

Con la visión de ser un centro pluralista, de investigación rigurosa, de excelencia académica y creatividad, FUNGLODE se ha convertido en un faro de luz para gente de todas las edades, banderías políticas, de creencia religiosa diversa, a los fines de realizar carreras de grado, de post grado y maestrías.

Profesionales y técnicos dominicanos y de todas las nacionalidades desfilan por FUNGLODE a compartir sus experiencias y conocimientos en las distintas disciplinas. Enfocado en lograr que los distintos gobiernos tengan disponibles políticas públicas para una mejor gobernanza, el Centro de Estudios de FUNGLODE contribuye al debate nacional, crea el consenso en diálogos sectoriales sobre los distintos problemas nacionales.

En la historia republicana, son escasas las instituciones que en solo diez años hayan completado una agenda tan amplia y diversa, dirigida a elevar el desarrollo humano de quienes la integran y de las personas que se involucran en sus actividades. Con sus puertas abiertas a todo público, FUNGLODE cuenta con la mejor bibliografía en español, inglés, francés y otros idiomas, con bibliotecas particulares sobre Cuba, Haití y el mundo árabe donde estudiantes de todos los centros educativos se pasan horas escudriñando sobre temas de su interés. No hay otro Presidente, por otro lado, que se haya preocupado tanto para que los jóvenes tengan acceso al libro.

La Biblioteca Pedro Mir, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, es una obra construida por la administración Fernández para los estudiantes pobres que acuden a ese centro educativo público. Otras modernas bibliotecas ocupan grandes espacios en los centros uasdianos, o fuera de ellos, de manera que los hijos de familias pobres no tengan limitaciones de acceso al libro.

En todos estos años, FUNGLODE ha estado al servicio de la sociedad dominicana, donde han cursado carreras sobre derecho, periodismo, economía, administración, historia, ingeniería y mercadeo una gran cantidad de profesionales, incluidos políticos de oposición. FUNGLODE, como las demás ONGs, para hacer esa y múltiples tareas más, se nutre de los aportes de empresas privadas, dedicadas aquellas a las más variadas actividades económicas. ¿Cuál es el problema entonces? Tratar de dañar a Leonel Fernández, su bien ganado prestigio y, de paso, a la entidad de la que es su principal mentor, tarea de descrédito en la que hay uno que otro políticucho y abogados resentidos.