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Las herencias

Maduro es un ejemplo perfecto de que el liderazgo no se hereda. Su incapacidad para articular un discurso político responsable, inteligente o simplemente posible ha dejado perlas como la del pajarito que le silba las instrucciones, o los insultos directos a Capriles, llamándole desde fascista hasta asqueroso. Ese es el nivel.

El problema para los venezolanos es más económico que político (que también). No hay régimen populista capaz de generar un tejido productivo o empresarial sano.

Por el contrario, el populismo (y de eso sabemos mucho también aquí) se limita a la compra de votos de los más humildes a base de limosnas disfrazadas de acción social. El liderazgo de Chávez está(ba) ligado a su personalidad, magnética para las masas, tóxica para el desarrollo de su propio país. Maduro recogerá los ecos, pero nada más a medio plazo.

El político incapaz de generar en su organización un liderazgo de relevo condena a su propio partido (y de rebote al sistema democrático), a un anquilosamiento de ideas y por tanto de acciones. Para Chávez, para Maduro, el ejemplo es Cuba. Y esa discusión es infinita... por ahora.

Los que creen que el único problema de la revolución cubana es que no supo evolucionar, que su error es permanecer en el tiempo, se equivocan. El problema es su misma esencia, que es la que le obliga a mantenerse. Hubiera durado "sólo" diez años, y hubiera sido igual de perversa. Eso es lo que tienen las dictaduras... aunque sean breves.

IAizpun@diariolibre.com