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Albert Rivera: La pimpollez desnuda

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Albert Rivera: La pimpollez desnuda
Cartel electoral de Albert Rivera en 2006.

El 16 de septiembre de 2006, Albert Rivera, entonces con 26 años de edad, presentó su candidatura a la presidencia de la Generalitat de Cataluña con un cartel donde se mostraba en traje adánico, solamente que en vez de las hojas de parra cubría sus genitales con sus dos manos. Nacía Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, un ente político todavía sin claro futuro que, poco a poco, eludiendo sospechas y enfrentando juicios adversos se fue convirtiendo en un verdadero fenómeno de la política española.

Solo dos mil personas acompañaban a Rivera en el Palau de la Música de Barcelona en aquel nacimiento político tan original, que contó, entre otras figuras, con el respaldo del famoso escritor y filósofo Fernando Savater. En el cartel con el desnudo del líder de Ciudadanos se leía lo siguiente: “Ha nacido tu partido. Sólo nos importan las personas. No nos importa dónde naciste. No nos importa la lengua que hablas. No nos importa qué ropa vistes. Nos importas tú”. Resultaba obvio que Rivera y Ciudadanos venían a enfrentar el nacionalismo catalán, el que Arthur Mas y Ada Colau quieren llevar ahora hasta sus últimas consecuencias. “Superar la obsesión identitaria que ahoga el dinamismo de la sociedad catalana”; “corregir las distorsiones engendradas por el nacionalismo”; “rechazar la imposición del catalán como lengua única del sistema de enseñanza”: tales las propuestas centrales con las que el nuevo partido presentaba sus credenciales ante el electorado de Cataluña.

Albert Rivera no logró la presidencia de la Generalitat (aunque afirmó entonces no pretenderla, señalando que su partido nacía por una “necesidad” pues existía “una gran distancia entre la política y la ciudadanía”), pero aquel desnudo que exhibía como símbolo de “transparencia y sencillez”, fue inmediatamente celebrado por el 71% de los españoles encuestados, un alto 43% que consideró el gesto nudista como “brillante y creativo” y el 28% que entendió que la actitud era “coherente con su lema”. El 29% lo calificó de “exhibicionismo gratuito”.

Aunque en los años siguientes algunas voces entendieron que Ciudadanos estaba cerca del PP gobernante, en aquella primera presentación pública Albert Rivera la emprendió por igual contra los dos grandes partidos del sistema político español: criticó a los socialistas por tener como lema entonces que había llegado la hora de los catalanes (Rivera les ripostaba diciendo que “hasta ahora, ¿de quién era la hora?”), y a los del PP les enrostraba su falta de “sentido común”, la cual dijo “brilla por su ausencia” en sus propuestas.

¿Qué sucedió con Albert Rivera después de aquella muestra nudista con la que se iniciaba una nueva formación política en España? Ciudadanos consiguió entonces tres escaños en el parlamento catalán y su líder, hijo único de una pareja de obreros que logró licenciarse en Derecho y hacer estudios de especialización en Helsinki y Estados Unidos, continuó en la búsqueda de sus objetivos, hizo de su partido la sexta fuerza política de Cataluña y como diputado fue sembrando su figura y su talento (a la par de su pimpollez tiene un vigoroso dominio de la oratoria) en un conglomerado que fue ampliándose hasta cubrir todo el territorio de España. Luego de varios reveses políticos, volvió a presentarse como candidato a la presidencia de la Generalitat en 2010, pero esta vez en el cartel de propaganda aparecía vestido con todos los demás dirigentes de su partido desnudos detrás de él. La apuesta provocadora e inusual seguía en pie.

Forjando alianzas, enfrentando incluso amenazas de muerte por su posición antinacionalista, creando frente común con otras formaciones políticas para las elecciones europeas, participando activamente en programas de opinión, aumentando su presencia pública con conferencias y discursos de contenido sociopolítico agudo y perspicaz, publicando libros sobre su vida y pensamiento político, logró no solo triplicar la presencia de sus partidarios en el parlamento catalán, sino empujar su liderazgo hacia toda España hasta ser proclamado en julio de este año candidato a la presidencia del gobierno, con el respaldo de 2,904 votos (avales le llaman los españoles) de un total de 3,031, o sea tuvo solo 127 votos en contra. Hace apenas un par de semanas, el 25 de octubre, realizó su primer mitin de campaña, ya no en Barcelona, sino en Madrid, adonde aspira residir como jefe de gobierno dentro de pocos meses.

Ciudadanos y Albert Rivera, nueve años después de aquel desnudo transgresor, están amenazando seriamente al bipartidismo que se distribuye el poder en España desde el fin de la dictadura franquista. Nada es seguro ya para el PP de Rajoy ni para el PSOE de Pedro Sánchez. El PP ha sido sacudido seriamente por la crisis económica, los escándalos de corrupción y el obvio desgaste gubernamental. El PSOE se vio obligado a redirigir su dinámica operativa y escoger a un nuevo líder cuya aceptación es labor incesante de cada día, y por tanto inconclusa. La entrada al escenario político de Podemos con su líder de coleta y desaliño, Pablo Iglesias, ha hecho surgir todas las variables políticas que eran imposibles siquiera de considerar hace apenas tres años atrás. Y Ciudadanos, tenido a menos por el PP y el PSOE durante muchos años, ha realizado una brazada de espanto, como las que Albert Rivera acostumbraba a ejecutar en los años en que fue campeón de natación y water polo.

Metroscopia, la famosa encuestadora española, ha dejado saber que no hay nada seguro aún para las presidenciales, que existe “una máxima volatilidad” en el electorado y que el orden, al momento, de los partidos que se disputarán el gobierno es el siguiente: PP, Ciudadanos, PSOE, con muy ligeras diferencias, un 2.5 entre el PP y el PSOE, y con uno y medio arriba Ciudadanos frente a los socialistas. El que Ciudadanos esté ya arriba del PSOE y a escasos metros del PP es ganancia absoluta para la formación de Albert Rivera. En enero, apenas, tenía un 8%. Diez meses después alcanza ya el 22.5%, esto aparte de que los electores españoles, aun los que no figuran entre sus partidarios, afirman tener en muy alta valoración a Rivera. Para poder tener una idea del avance insólito de la formación de Rivera, Metroscopia demuestra que en solo un mes la fuga de voto potencialmente del PSOE hacia Ciudadanos pasó del 9 al 11%. Dice Metroscopia que el crecimiento del líder de Ciudadanos se debe a que ha logrado atraer a electores de otras opciones políticas. Los socialistas lo admiten y uno de sus dirigentes ha declarado a El País que “Ciudadanos está en la cresta de la ola desde las elecciones catalanas y muerde al PSOE por el centro”, lo que ha de obligar a este partido a tratar de lanzar hacia la derecha a Ciudadanos, a fin de que los votantes progresistas no den su voto a Rivera en la contienda que se avecina. Empero, otra encuestadora dirigida por el ex vicepresidente socialista Alfonso Guerra –firma que trabaja para el PSOE- ha dejado saber que “la mitad de los votantes potenciales del partido de Albert Rivera se colocan en el espacio de centro-centro con una mayor inflexión hacia el centro izquierda (en un 24.1%) que hacia la derecha más neta (en un 12.4%). Técnicamente, hay un triple empate entre PP, Ciudadanos y PSOE, Ciudadanos es ya la segunda fuerza política de España, y Podemos –que era la formación pujante hasta hace pocos meses- ha ido quedándose atrás, y al revés de Ciudadanos, perdiendo fuerza notable entre electores que han comenzado a desconfiar de esa organización y de sus jóvenes dirigentes.

¿Cuál es la razón de que Ciudadanos se haya colocado en un nivel de tan amplia aceptación entre los electores españoles? En primer lugar, la saturación bipartidista que lleva cada cuatro años a los ibéricos a decantarse por uno o por otro, según cante el loro. Llegó Podemos y se acentuó Ciudadanos, con gente que no militaba en las organizaciones políticas ya acreditadas. “El verdadero cambio que se está produciendo en la política es el que estamos propiciando los que procedemos de fuera de la política”, declaró Albert Rivera, un líder buenmozón que todo elector español lo tiene registrado en la cabeza desnudo. “Era una campaña de marketing puro y duro para entrar en un sistema político que, si hoy está cerrado, entonces estaba blindado...se nos ocurrió una campaña muy rompedora, una especie de todo o nada. O nos sale bien y esto es un éxito, o sale mal y nos vamos para casa”. Nueve años después el líder político que se desnudó ante sus potenciales fieles juega un rol protagónico en la política de España, prepara acuerdos para ganar y luego para gobernar, y nadie puede creer ya que se vaya para su casa, porque en pocos meses con la “transparencia y sencillez” que su desnudo mostraba podría estar colocando sus asentaderas en la poltrona direccional de La Moncloa. ¿Qué lección puede extraer de la realidad española el político dominicano? Tal vez, ninguna, porque enrollado en su día-a-día de apetencias e imprevisiones, ignora cómo se cuecen las habas en los calderos políticos de otras latitudes.

Para conocer el pensamiento del líder de Ciudadanos sugerimos la lectura de: “El cambio sensato. 100 preguntas. 100 respuestas”. Albert Rivera. Espasa, 2015 / 206 pp.

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