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Coronel Fernández Domínguez: en el escenario de los inmortales

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Coronel Fernández Domínguez: en el escenario de los inmortales
Coronel Fernández Domínguez.

El 30 de marzo de 2005, doña Arlette Fernández me entregó un ejemplar de su valioso libro sobre la vida y obra de su esposo, el Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, con esta dedicatoria: "Al licenciado Lantigua, con mi aprecio y respeto sinceros, le pido que me ayude a difundir esta vida y esta obra. Yo sola no puedo hacerlo y creo que ya es tiempo y justo que el pueblo sepa de esta hermosa lucha de Rafael y Bosch".

Casi un año después, comenzamos a dar respuesta a la inquietud de doña Arlette, inaugurando una plaza con un busto de este soldado del pueblo y militar de la libertad, acción en la que contamos con el respaldo de la Fundación que lleva su nombre y de la Fundación Luces y Sombras; plaza y busto erigidos en el mismo lugar -Parque Cervantes, en el malecón- desde donde salió a inmolarse por el bien de una causa que luego serviría de ejemplo en la lucha por el respeto a la voluntad popular, la valoración de los derechos humanos y políticos, y la elevación de la dignidad nacional.

Comencé a conocer a fondo el pensamiento y la trayectoria del Coronel Fernández Domínguez, gracias a su leal amigo y compañero de armas el capitán de abril Héctor Lachapelle Díaz, tanto en conversaciones personales como a través de su fundamental recopilación del ideario de esta brillante figura de nuestra historia reciente que brindó los mejores años de su vida a la forja de un ideal, finalmente expuesto con arrojo y desprendimiento personal con su propia vida. Una figura histórica de tan alto relieve que "pasó -en memorable frase de don Mariano Lebrón Saviñón- como un meteoro, un célico fulgor de amor y patriotismo, y hundió su rica juventud en el abismo letal de la epopeya".

Tanto el libro del general Lachapelle como la extraordinaria biografía humana, política y militar escrita por su esposa Arlette, constituyen pilares bibliográficos clave para conocer, comprender y respetar la trayectoria singular de este adalid de la causa democrática dominicana. Al estudiar su pensamiento y evaluar sus actitudes permanentes de defensa del ideal democrático y de respeto a la soberanía nacional, encuentro singulares empatías con el pensamiento duartiano. Creo firmemente que el Coronel Fernández Domínguez estuvo influenciado, tal vez sin él mismo proponérselo, por el ideario del Padre de la Patria. Como el fundador de la nacionalidad dominicana, el Coronel Fernández Domínguez creó un esquema de pensamiento en el que salen a flote innumerables aspectos que muestran su capacidad para entender y asimilar los procesos históricos, y mantener a raya los embates de la maldad política y de las trapisondas humanas.

No buscó honores ni riquezas con su lucha y fue capaz de despojarse incluso de sus insignias de teniente coronel, una vez logró arribar al país para estar presente en la lucha constitucionalista de 1965, para estar a la altura de sus compañeros de armas y, como expresara a algunos de ellos, para ganarse en lo adelante sus ascensos por sus méritos en combate.

Recuerda paisajes duartianos su valiente actitud de ingresar al territorio nacional en medio de sacrificios e imposibilidades múltiples, impaciente por estar al lado de aquellos a quienes había conquistado para la causa constitucionalista. Escribiría entonces a su esposa: "He agotado todos los recursos imaginables para poder entrar, pero ha sido imposible. Imagínate, he pasado días enteros entre montes y cañaverales tratando de entrar en bote, ya que en avioneta nadie puede ni se prestan con razón a entrarme. Hasta a Venezuela he ido y todo resultó infructuoso, pero esta vez es seguro pues hay un hombre muy responsable que se ofrece a llevarme y estoy listo para partir".

Eran las palabras del hombre que se había lanzado al proyecto de restaurar el orden constitucional, conquistando para su causa a oficiales y alistados. En esto se asemeja sin dudas también a la trayectoria del Padre de la Patria, porque como Duarte, el Coronel Fernández Domínguez fue el ideal, estaba fuera del país cuando sonó la hora de la verdad y encontró escollos para incorporarse rápidamente a la lucha. Aunque a otros correspondió la valiente tarea de llevar a cabo los propósitos del movimiento constitucionalista, el Coronel Fernández Domínguez fue quien enarboló el ideal y lo sostuvo desde el exilio con su permanente contacto con las fuerzas que el 24 de abril de 1965 cambiarían el curso de nuestra historia, es decir el curso de la dignidad y del patriotismo.

Duarte creía firmemente en el imperio de la ley, como nos lo demuestra el Ideario Duartiano. El Coronel Fernández Domínguez escribía en sus apuntes madrileños frases como estas: "Nadie hay más libre que aquel que se somete a sus deberes... Si amas tu libertad, respeta la autoridad que la orienta y la ley que la protege". En sus diferentes citas en torno a la ley, Duarte dice en dos de ellas: "Lo que la Ley no prohíbe ninguna persona sea o no sea Autoridad, tiene derecho a prohibirlo". O la siguiente: "La ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, así los gobernados como los gobernantes". El Coronel Fernández Domínguez expresa en sus Apuntes de Madrid: "Sin la obediencia a las leyes la convivencia es imposible y la libertad también. Nadie estaría seguro si los malvados pudieran hacer lo que quisieran. La ley no priva a nadie de la libertad, sino que canaliza hacia el bien y permite que todos la disfruten". Y más adelante agrega: "La ley no es justa cuando no viene de legítima autoridad".

Tiene tintes duartianos claros y profundos frase tan señalizadora como esta del Coronel Fernández Domínguez, escogida de una carta que dirigiera el 1 de enero de 1965 a Francisco Alberto Caamaño Deñó y a otros de sus compañeros: "Hay que apuntar que si alguien, poniendo su seguridad y bienestar personal por encima del deber, el honor y la patria, viola deliberadamente su juramento, será responsable ante el pueblo, la historia y el mundo del sacrificio de todos los demás".

Duarte creía que la lucha independentista debía ejecutarse bajo la marca de un ideal sagrado y que las proclamas debían guiarse por un contenido "positivo, práctico y trascendental". El Coronel Fernández Domínguez expresa en sus ya mencionados apuntes que "la vida no vale la pena si no es para emplearla en una empresa grande".

Desprendido, perseverante, idealista, valiente, inteligente, inmaculado y gran patriota, el Coronel Fernández Domínguez es hoy uno de los grandes próceres que el ideal duartiano sembró para mantener viva la llama del patriotismo y la defensa de los intereses supremos de la patria dominicana. Declarado Héroe Nacional, junto al Coronel Caamaño, mediante ley promulgada por el Presidente Leonel Fernández en 1999, sus restos venerandos fueron llevados ayer al panteón donde reposan los inmortales de la Patria, elevándose de este modo su estatura procérica que compromete a todos los que admiramos su pensamiento y su trayectoria, a mantener viva su memoria de militar incorrupto, de ideales firmes y de vida limpia y ejemplar.

Una de las frases más hermosas y significativas de su ideario, contenida en la amplia carta de despedida a su esposa Arlette, escrita en mayo de 1965 cuando se disponía desde Río Piedras, Puerto Rico, a ingresar al territorio nacional, es la siguiente: "Si me pasa algo, sé que vas a sufrir mucho y tú y mis hijos pasarán trabajo, pues no les dejo siquiera una casa. Pero cuando te veas muy apurada recuerda que esto es más que nada porque fui honrado y tengo mis manos inmaculadas y esto debe servirte de orgullo e incentivo para luchar; sé que eres valiente y no me defraudarás".

El homenaje que el país ha rendido durante toda esta semana a la memoria del Coronel Fernández Domínguez, coronado con su ingreso al Panteón de la Patria en ceremonia solemne presidida por el Jefe del Estado, se convierte por igual -algo que haría sentir orgulloso y satisfecho a este grande entre los grandes- en un reconocimiento a la vida consagrada de su esposa Arlette que ha dedicado más de cuatro decenios, junto a sus hijos, a reverenciar el nombre de su compañero de vida, del patriota integérrimo y del duartiano insigne que llevó a la práctica todo cuanto predicó y enseñó a sus compañeros de armas. Ante su memoria, nos debemos inclinar todos reverentes, seguros de que su ejemplo será un faro de luz que iluminará por siempre los senderos del presente y del porvenir. En esa tarea, doña Arlette no debe estar nunca sola. A su lado siempre han de permanecer los admiradores del Coronel Fernández Domínguez para perpetuar su nombre y su ejemplo, a través de la difusión evangelizadora de su pensamiento y de su obra.

Siempre habrá de ser necesario -para mantener viva la llama de la dominicanidad, que tantas veces parece tambalearse- que busquemos todas las formas posibles para enaltecer los ejemplos de coraje, de firmeza en el ideal, de defensa de la nacionalidad y de las más nobles causas de los hombres y mujeres que abonaron con sangre y múltiples sacrificios que, en ocasiones alcanzaron el martirologio, el camino hacia la libertad y la democracia, a fin de que esas trayectorias se difundan y se consoliden en la memoria de todos nuestros conciudadanos.

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(Sugerimos la lectura de "Coronel Rafael Fernández Domínguez, soldado del pueblo y militar de la libertad". Arlette Fernández. Fundación Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez: primera edición, 2005/ 442 pp. más bibliografía e índice onomástico/ "Ideario del Coronel Fernández Domínguez 1934-1965". Compilador: Héctor Lachapelle Díaz. Editora Alfa & Omega: 2002/ 188 pp.).

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