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El rocanrol en Santo Domingo (3 de 4)

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El rocanrol en Santo Domingo     (3 de 4)

“El Rock and Roll no tiene comienzo ni final, pues es el pulso de la vida misma”

Larry Williams

El R’n’R fue a la vez consecuencia e impulsor de una nueva manera de percibir y procesar la realidad. Realmente, en términos más asimilables a las generaciones de hoy día, fue una especie de matriz, convergente en alinear otras concepciones, modas, lenguaje, estilos, temáticas, películas, gestual, lenguaje corporal alrededor del ritmo y todo lo que él implicaba y, al mismo tiempo divergente, coincidiendo con la voluntad y determinación del hombre y los gobiernos de explorar el espacio, de ampliar los horizontes y su visión del universo con la carrera espacial. Debe también más que admitirse, confesarlo: cargado de elegantes propuestas de vigorosa sensualidad aunque sin dar paso a la confusión con desviadas afectaciones ni con la vulgaridad, pero siempre montada en delgada línea limítrofe entre lo socialmente aceptable y lo atrevido, en el filo de la avanzada socio cultural, convirtiéndose en un vórtice que fusionaba los dos ámbitos en un área, un nuevo espacio de tolerancia y apertura, un catalizador en que las nuevas generaciones empezaban a aposentarse y sí, buscaban sus expresiones particulares que los distinguiera en cambio y evolución de los paradigmas de la generación anterior. Fue un elemento liberador de la expresión corporal de los jóvenes. La locura del ‘Swing’ que surgió a finales de los 1930 y se consolidó en los 1940, un ritmo instrumental ágil, contagioso, que exigía una gran dinámica de vueltas y giros artísticos nunca llegó a un Santo Domingo, tal vez muy “verde” en esos años para tal avance del gusto musical; pero cuando su sucesor, el R’n’R, llegó a mediados de los 1950s las nuevas ansias juveniles, la explosión arquitectónica dominicana, revelando la llegada de la modernidad, la proliferación de las emisoras de radio, los radios portátiles y los tocadiscos más pequeños y baratos resultaron más que propicios, anillo al dedo para aquello que al parecer era un pendiente que faltaba a nuestras generaciones de entonces.

Algo nuevo sucedía, y era sentido ardorosamente por niños y adolescentes dominicanos. La fiebre llegó a hervir en las juventudes de todos los barrios y sectores de la todavía Ciudad Trujillo y se multiplicaron los grupitos y parejas diestros en los nuevos movimientos del revolucionario ritmo. En las disqueras, -así se llamaban los distribuidores de grabaciones a la venta al público, Bartolo 1ro, Salón Mozart, Julio Tonos, Coralfi y luego Musicalia y en otros puntos comerciales de las Villa Consuelo y Francisca, se vendían los éxitos rocanroleros en discos de 45 RPM y no pocos fueron reproducidos localmente con o sin permiso de autores.

Ninguna bellonera (las máquinas de discos que funcionaban con monedas) de Santo Domingo y las principales ciudades del interior podían dejar de incluir al menos una docena de las interpretaciones del ‘Hit Parade’ norteamericano, so pena de perder los pingües ingresos que llenaban sus arcas de cientos de monedas de -5 centavos- por los aficionados al R’n’R.

Dos lugares se convirtieron en magnéticos centros aglutinantes de cultores, escuchas y bailadores de las reproducciones de Rock and Roll en belloneras: El Colmado-Barra La Fortuna, en la calle Peña y Reynoso a esquina Eugenio Perdomo, del gratamente recordado Carlos González, el inolvidable “Mañiñí”, donde hasta las muchachas de familia se sentaban a las mesas a tomar refrescos y cerveza mientras escuchaban tonadas de la especial Wurlitzer, cargada casi en totalidad con éxitos musicales norteamericanos y cuya ubicación alfanumérica fuera tan magistralmente reseñada hace unos años por el intelectual y escritor José del Castillo Pichardo y el empresario Juan Bautista Pérez –Güí-Güí.

El otro reconocido lugar lo fue la ‘Barra Yoli’, en la Av. Tejada Florentino, a una cuadra del parque Braulio Álvarez, repleta, sobre todo los fines de semana, de aficionados al ‘mécete y rueda’.

Los cancioneros, ya populares desde hacía años, empezaron a publicar las letras de canciones de R’n’R. Recuerdo haber visto letras de temas como ‘Diana’ de Paul Anka, ‘Dream lover’ de Bobby Darin. Y ‘Rock around the clock’, de Bill Haley.

Un inquieto y precoz comunicador, con dominio excepcional del idioma inglés desde muy joven, el muy reconocido empresario Ellis Pérez, publicaba con bastante regularidad las letras de canciones del Hit Parade en El Caribe, que eran recortadas y coleccionadas por jóvenes rocanroleros de ambos sexos. Pérez fue el productor del primer programa de música norteamericana, en el país: “Your Hit Parade”, difundido por la difusora HIZ, y también tiene el mérito de ser el primero en grabar un tema popular con aires connotativos del R’n’R suave: “Perfidia”, acompañado del Gran Maestro Rafael Solano y del excepcional conjunto vocal “Los Solmeños”. Esta bella interpretación es hoy joya de coleccionistas dominicanos.

El genial instrumental con aires latinos “Skokian”, de Bill Haley, tuvo una calificada y muy escuchada réplica en el país; Fue el “Skokian” del brillante Maestro Papa Molina, que suscitó gran deleite en el público radioyente y sobre todo televidente. Poco después, una interpretación de Neil Sedaka “Ticket de ida” (One way ticket) que gozó de gran popularidad en la radio dominicana, fue grabada por Félix del Rosario en un muy agradable y animado instrumental que tuvo no despreciables ventas en formato de disco de 45 r.p.m.

A partir de 1955 toda una estelaridad de jóvenes locutores dominicanos llenó el dial de las entonces 27 estaciones de radio AM, existentes en la época, con programas de música norteamericana. Pocas radiodifusoras dominicanas no incluían al menos un programa de una o dos horas diarias. Entre los más destacados se encontraban Hilda Colón, Papi Quezada, Tutín Beras Goico, Ángel Lavandero, Ramón Aníbal Ramos, Mac Cordero, Ramón Sanabia Juliao, José Joaquín Pérez, Pedro María Santana, Wilson Romero, Jesús Torres Tejeda, Reynaldo Balcácer, Juan Nova Ramírez, Buenaventura Bueno Torres, Mario y “Pompón” Brea, Teo Veras, Mané Henríquez y su perdurable “Sonido ‘56” y plétora de otros más, que surgieron a partir de la década de los sesenta. Muchos de estos programas eran virtuales toques de queda de la juventud en casas, balcones, parques y esquinas- ¿Cómo olvidar a Radio Handicap, a los programas de HIZ-“Your Hit Parade” y HIG, al Club 6-5, de HIN, al “Bajo el Cielo de Broadway”, a Radio Comercial?

Nuevas modalidades de R’n’R coincidieron con el inicio de la década de 1960, lideradas especialmente por dos fenómenos: La locura del Twist, y la ‘Invasión Inglesa’. El Twist (Tuércete), dinámico baile, que requería mover pies y piernas a un lado y al otro rozando las suelas en giros, exigiendo a los aficionados y ‘fiebruses’ asegurarse de adquirir y llevar zapatos con suelas de piel –nunca de goma, pues dificultaba el rápido contorneo- que le añadían un extra para lograr movimientos más ágiles, puliendo con papel de lija de calibre mediano las suelas. Muchas casas de todos los barrios y sectores de Santo Domingo eran continuas sedes de fiestecitas y reuniones familiares y de amigos donde el tocadiscos solo amplificaba R’n’R y Twist. Para facilitar un mejor movimiento de los bailadores más lentos o ‘quedaos’ en ocasiones se esparcía polvo talco en el suelo.

Los artistas de Twist, con que se iniciaron los años sesenta, tales como Chubby Checker, Bobby Rydell, Dion DiMucci, Dee Dee Sharp, esta última con música y baile de las ‘papas majadas’ (Mashed Potato) impusieron también sus modas, principalmente en los muchachos, que empezaron a confeccionar y comprar los conocidos ‘pantalones tubito’, un poco ceñidos y cortos, a la altura del tobillo, para destacar medias sobre todo blancas. Chubby Checker y Rydell también popularizaron los sacos cortos, a la altura de la entrada de los bolsillos traseros de los pantalones y apenas unas cuatro a cinco pulgadas por debajo del ombligo. La razón de los sacos cortos de Chubby -que comenzó su meteórico ascenso usando largos sacos, sobre todo era la de que se apreciaran mejor sus ágiles movimientos de cadera. Ridículo como pueda parecer ahora, este era el último “guay” usado indistintamente por jóvenes y no tan jóvenes, incluyendo en esa época artistas locales de otros géneros musicales en nuestro país. La combinación de saco y pantalones más cortos, que ahora luciría estrafalaria a quien los use, como piezas encogidas o prestadas, era bien tenida, disfrutada y lucida en los sesentas. Si el amable lector roza en edad con los sesenta años o más, casi es seguro que no pudo sustraerse a esa moda.

Simultáneamente, una modesta agrupación inglesa, surgida bajo la inspiración de la música de Elvis, Chuck Berry, Carl Perkins y otros ídolos del rock and roll norteamericano, logró, tras varios intentos y nombres fallidos, su identidad definitiva, obteniendo novedosos compases y arreglos de éxitos estadounidenses y aportando nuevas y originales composiciones de musicalidad fresca y altamente contagiosa, con voces perfectamente alineadas, guitarras y batería. Estos cuatro integrantes son sin quizá, el más famoso, icónico y recordado conjunto de música del siglo XX: Los Beatles (escarabajos) autores de dos de las más influyentes melodías de todos los tiempos: ‘Let it Be’ (Que sea así//Déjalo ser) y ‘Yesterday” (Ayer). Con Los Beatles y la escalada de talentosos grupos e intérpretes ingleses en el cuadro musical mundial, la Invasión Inglesa impuso toda una nueva manera de percibir, hablar vestir y reaccionar. Los peinados a pelo largo, las camisas con diseños y confecciones más creativas, los pantalones apretados, la vuelta de los pantalones ‘campana’, que estuvieron de moda décadas atrás, más desenfadadas públicas maneras de relacionarse y relajarse y otros efectos de liberalidad y estimulación no siempre edificantes. Otro conjunto británico aparecido en el medio de la década de 1960, atinó en producir y lanzar una interpretación que rompió todos los récords de ventas, pues al parecer, dio en la Diana del consciente colectivo de la sociedad de entonces: Fueron –y son- Los ‘Rolling Stones’ liderados por Mick Jagger, con su tema “Satisfaction” considerada por gran parte de la crítica artística discográfica como la más conocida y vendida del siglo XX.

Fue en los primeros años de 1960 que dos programas televisados concitaron la atención casi absoluta de los jóvenes dominicanos: El ‘Dominican Band Stand Club’, dirigido por el calificado y emblemático Pedro María Santana y Teenager’s Matinee, producido por el entusiasta y empático José Joaquín Pérez, (Jo-Jo) y Mac Cordero. Numerosos conjuntos de bailes modernos entre los que figuraban el Twist, el Mashed Potato, el Frog, el Limbo Rock, hacían hábiles y atractivas exhibiciones de sus pasos y movimientos. Muchos grupos, de los llamados fonomímicos realizaban excelentes doblajes y bailes de los temas más populares, destacándose muy por encima de todos “Los Cruckets”. Resulta imposible dejar de mencionar a Paco Saviñón, locutor, artista y excelente ejecutor de baile de Rock and Roll, a quien el inmenso Milton Peláez, el dominicano que más y mejor grabó rock en español, en la modalidad Nueva Ola, compuso y dedicó el conocido tema “Paco Cara ’e Maco” (“Ahí viene Paco, el teenager flaco, vamoj a vocearle ’Cara é Maco”).

El rocanrol continuaba imparablemente y todos parecíamos ser parte de la deslumbrante conspiración.

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