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La puerta se abrirá, siéntate junto a mí

Hoy publico un cuento romántico para no hablar más de esta politiquería.

“Ahora que estás ahí, a la intemperie, con un ramo de manzanillas, albahacas y canela, esperando que yo abra la puerta para entrar, te miro y no sé qué hacer. Tú, hace mucho, no me has dicho ni una palabra, me inquietaste con el manojo de tus manos impacientes y por eso mi corazón cerró la puerta. Así y por eso, me envolvió la penumbra y junto a tu silencio, se sentó en mi alma una larga soledad. Corté ramas de roble y con ellas fabriqué una tranca. Solo quedaron hendijas, por donde podía escuchar canciones que me hacían crecer una nostalgia.”

“No es cuestión de horarios, ni de plazos, ni de fechas, ni de apretar la marcha, ni de derribar la puerta. Así aprendí a vivir a solas. El silencio es costumbre que mueve la orfandad. Y así es difícil aceptar la compañía, compartir las palabras, dejar abierto el sueño en el amanecer. ¿Estás bien...?”

“No me pidas que cambie la rutina, mis peces y mis gatos, mis perros y mis flores, mis libros y el tejido que hacen las arañas, tampoco me pidas que amolde mi melena, ni dejar cerrados mis espacios o mis negros momentos angustiosos y mis días atropellados y sin calma. Debes saber que una piel sobre otra piel es un abrigo, y tengo frío. Y una mano sobre otra mano puede ser un comienzo, y que todo es cuestión de tiempo.”

“Si te abro la puerta, no pidas nada, no reclames, no desnudes tus prisas, siéntate junto a mí y dime si tienes sombras y negruras, si vienes del valle o la montaña, si dejaste tu piel en otros brazos. Tómame como soy, acepta mis espacios, el bullicio de los niños en el parque, su hambre y los deseos de ser buenos. Conmigo, quiero las serenatas y poemas en mi puerta con sonidos de aromas. Y ahora que has llegado, nos sentaremos juntos tu corazón y el mío, con ramos de siemprevivas para adornar las almas, para encender la fogata y saborear el vino.”